La ruta que presentamos aquí es un poco atípica para el club Rayito. No es típica por los medios de transporte utilizados. La aproximación se hizo en tren y la propia ruta se hizo en bicicleta. Una novedad que resultó muy interesante.
Carles, el gurú de esta excursión preparó un impecable itinerario que, partiendo en tren desde Castelló de la Plana, dejaba a los participantes en la estación del Cabanyal de Valencia, lugar donde comenzaba la ruta en bici. Tras un día de paseo, la vuelta se realizó por el mismo camino.
A la excursión fueron Carles, el líder del grupo, Kiko, Lara, Manolo, Manu y Raul. Carles era que se había currado el itinerario.
Los ciclista salieron temprano para aprovechar el día. Fue un sábado de primavera que pintaba muy bien, con sol y temperaturas moderadas. Todos los participantes llegaron a la estación de Castellón a tiempo para subirse al tren de las 7.30. Por la hora temprana, el tren iba bastante vacío pero con suficientes bicis y patinetes como para causar problemas. Como nuestros ciclistas eran 6, había que tener especial cuidado al subir al vagón "habilitado" para sus vehículos. Aunque lo anuncien mucho, realmente los trenes no están suficientemente adaptados a las necesidades de este tipo de usuarios. En un espacio no muy grande han de caber, sillas de ruedas, bicicletas y patinetes. También había unos ganchos para colgar las bicis, cosa que no hizo nadie.
El trayecto en tren se hizo sin mayores problemas. El conductor del tren no era muy brusco y, salvo algún acelerón o frenado que movió un poco las bicis, todo fue como la seda.
Se llegó al Cabanyal y rapidito todos se pusieron encima de sus bicicletas para acceder a un carril bici. Carles y Lara conocían la salida de Valencia y rápidamente guiaron al grupo.
Una vez se rebasa la Ciutat de les Arts i les Ciències, parece que Valencia se acaba. El paisaje urbano cambia a uno semiindustrial (el puerto está al lado), con algo de huerta y muchas carreteras. Los ciclistas siguieron un carril bici paralelo a la CV500 buscando la playa. Se acercaban a los poblados marítimos.
Al lado de la Iglesia de la Punta en Nazaret, hay un puerto de primera especial. Una pasarela de metal cruza por encima de la vía del tren. Parece que diseñador de la pasarela era un deportista nato y la pendiente era más que importante. Se cruzó sin más problema aunque alguno tuvo que bajar de la bici para evitar caer.
Lara andaba con ganas de velocidad y se destacó del grupo. Todos los demás la siguieron para mantener el pelotón compacto. No hubo escapada. La ruta seguía paralela a la carretera hasta el kilómetro 6, donde los ciclistas cruzaron el cauce nuevo del Turia. Ahora ya estaban cerca del primer objetivo, el almuerzo.
Al entrar al bar les preguntaron si eran de los Correcaminos. Los nuestros dijeron que no. El local estaba concurrido y había dos mesas vacías. Una para los nuestros y otra, más larga, para los famosos Correcaminos.
Detrás del bar había una placita donde podrían haber dejado las bicis mejor. Para la próxima ya lo sabrían.
El almuerzo consistió principalmente en cerveza, bocata y cremadet, Los valencianos va por buen camino pero todavía tienen que aprender un poco más a hacer el cremadet. Demasiado azúcar y poco alcohol quemado. Con la manía de querer conseguir los dos colores en el vaso (abajo el alcohol y arriba el café) hacen una especie de almíbar con un 90% de azúcar y un 10% de brandy, ron o lo que sea. El resultado es un brebaje que casi tiene más sabor de dulce navideño que de estimulante de sobremesa. Pero bueno, tienen que seguir aprendiendo y de momento no se puede pedir más.
Durante los cafés se descubrió el tema de los Correcaminos. Resulta que la mesa de al lado estaba reservada por una colla de abuelos que llevaban camisetas de los correcaminos (su club) y de otras carreras de asfalto, incluso había una de un maratón. Perece que estos correcaminos son viejas glorias del atletismo que todavía siguen con su afición, incluso para almorzar.
En general, el almuerzo fue satisfactorio. Seguramente, si la excursión se repite, se volverá al mismo sitio.
Desde el kilómetro 7 de la ruta, primero se cruza la Playa de Pinedo y después la playa del Saler. Son varios kilómetros de trayecto entre dunas, playa y pinos. Poco a poco la playa se va haciendo más salvaje y natural, sin olvidar que la mano del hombre se ve por todos los lados. Había bastante gente haciendo deporte y algunos chiringuitos de playa. También se empezaban a ver algunas sombrillas y personas que querían pasar la mañana absorbiendo vitaminas de un sol que quemaba pero no de forma agresiva.
Nuestros esforzados ciclistas hacen paradita en el kilómetro 13,3, en una rotonda con una especie de complejo turístico de andar por casa. Alguna foto conmemorativa y a seguir. Después se cruzan playa de la Garrofera y playa de la Brava. En esta última, en el km. 16 estaba lo que queda del Hotel Sidi Saler, un hotel de lujo que ahora da un poco de pena verlo. Lleva ya 11 años abandonado. Quién te ha visto y quién te ve.
El grupo va siguiendo la calle/carretera hasta que llega un momento que se acaba, pero continua una pista de tierra, que ellos también siguen. Pocos metros más allá, atravesando un canal aliviadero de la albufera, nuestros ciclistas llegaron al estany de Pujol, en el kilómetro 17 de la ruta. Aquí sí que se vio naturaleza más salvaje. Es una laguna donde había un solo flamenco, patos y gaviotas en un bonito paraje.
El camino ahora ya se introducía en un bosque de pinos a buscar la albufera. Nuestros héroes volvieron a cruzar el canal y por fin pudieron contemplar la albufera en su inmensidad. Todo un mar interior. Las aguas un poco turbias pero tampoco se sabía si eso era lo normal o no.
Ahora la tranquilidad de los caminos se había acabado. Tocaba ir por carretera. Quizá un poco peligroso pero por lo menos había arcén. Los ciclistas siguieron unos cientos de metros y en una rotonda se desviaron hacia el Palmar, el lugar donde comerían. Era ya el kilómetro 19 de la ruta.
Nada más desviarse hacia el Palmar las bicis se encontraron con en centro de interpretación de la albufera. Por supuesto, entraron a verlo. Preguntaron a una vigilante que les dijo (literal): "Tenéis que dejar las bicis y entrar andando. Allí hay un lago con animales". Con curiosidad, ataron las bicis y entraron a ver ese lago con animales.
Nada más llegar, los esforzados corredores dieron un corto paseo y buscaron un bar para tomar un refrigerio antes de comer. Aquí ya había bastante gente. El Palmar es un destino turístico con canales que llevan a la albufera. Mucho restaurante y mucha oferta de paseos en barca. También ponía eso de que a la puesta de sol costaba un euro más.
La vuelta se hizo casi por el mismo trayecto que la ida, con ligeras variaciones. Puedes verlo en el track al final de este artículo. Pero aún quedaban un par de sorpresas. Kiko, que conducía un trozo de hierro con ruedas, pinchó. La cubierta no estaba en condiciones y la cámara lo pagó. El grupo se unió en su ayuda y en un momento repararon la avería. Kiko llevaba una cámara de repuesto porque se olía la posibilidad de pinchazo. Era el klilómetro 35 y ya estaban muy cerca de destino.
En total fueron la friolera de 45,3 kilómetros, pero muy bien llevados. Sin prisas y con las paradas necesarias.
La segunda sorpresa vino ahora. El grupo llegó al Cabanyal 1 minuto después que saliera el tren hacia Castellón de la Plana, con lo que tuvieron que esperar una hora para el siguiente. Alguna cerveza, agua y cola ayudaron a pasar el tiempo.
Una vez dentro de la estación y ya delante de la vía se mascaba la tragedia. Había mucha gente, bicis, patinetes, una silla de ruedas y un cochecito de bebé. Todo ello supervisado por un vigilante jurado muy comprometido con su trabajo. Todos estábamos detrás de la raya pendientes de asaltar el tren cuando llegara. Como casi seguro que no se cabría en el vagón de bicis, nuestros ciclistas se distribuyeron a lo largo del andén para entrar a saco como fuera.
Los tres primeros esperaron a los tres segundos en Castellón y todos se despidieron de esta fantástica excursión. Era cerca de las 10 de la noche y el personal estaba cansado. Había sido un día cargado de experiencias que se tenía que digerir con un buen sueño.
Como resumen, una excursión muy bonita, muy recomendable y en muy buena compañía. Las acertadas indicaciones del líder Carles hicieron que nada fallara en el día.
Para repetir sin dudar.
Aquí os dejo un video recopilatorio de las carreras de nuestros héroes.
Haz clic aquí para acceder al track
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