Una vez más nuestros Rayitos abordaron una nueva ruta. Elena, una de las caminantes, es natural de Eslida y desde hacía tiempo le hacía ilusión subir al Castell de Castro, lugar emblemático de la zona y muy transitado por senderistas. Prácticamente ella era la única persona del pueblo que no había subido.
Los Rayitos no podía permitir que esto continuara así y se pusieron de acuerdo para convertirse por un rato en habitantes del Castell de Castro.
Kiko entró en el wikiloc y eligió una ruta. Los parámetros para elegirla eran bastante básicos. Que no fuera de más de 10 kilómetros, que no tuviera más de 600 metros de desnivel y que fuera circular.
De entre las muchas rutas que Kiko encontró en la web eligió la que más se adaptaba a sus preferencias. Era una de un tal Pepeslida (desde aquí saludamos y damos las gracias a Pepe por su estupenda ruta). El track era circular, de cerca de 10 km. y de un desnivel de cerca de 600 m. Quizá picaría un poco el desnivel pero de vez en cuando hay que esforzarse. Cuando se compartieron las características de la ruta en el grupo se comentó que era como subir al Bartolo desde Benicàssim. Ante este comentario, nadie se puso las manos a la cabeza ni se rasgó las vestiduras por la dureza de la ruta y ésta se consideró apropiada.
El tal Pepeslida había hecho el recorrido en casi 3 horas y Kiko pensó que el grupo lo haría en poco más de tres horas (a alrededor de 3 kilómetros y pico por hora). Pero se le escapó un detalle. Nadie se dio cuenta quien era el que había publicado el track. ¿Quien era ese tal Pepeslida? Viendo después las rutas que tenía publicadas, Gilbert comprobó que había mucha bici y muchas salidas con grupos pequeños. Todo ello indicativo que Pepe estaba más preparado de lo que se pensaba en un principio. Este detalle dio la pista que el tiempo real al "estilo Rayito" no sería de tres horas, sería de bastante más. Lo pagarían con tiempo extra.
La ruta la hicieron Ale, Ana, Angeles, Gilbert, Isa, Kiko, Silvia y Vicent.
Si miras el perfil verás que no parece muy dura. Subidas y bajadas varias. El detalle está en lo trabajosos que son algunos de los caminos por los que se pasa que ralentizan la marcha y hacen que lo que en principio se pensaba que sería rápido e indoloro se acabó convirtiendo en "no tan rápido" y con alguna agujeta esa tarde y al día siguiente.
El comienzo del track es de un kilómetro de carretera. Elena, la Liebre de Eslida propuso con éxito que el comienzo y el fin se hiciera desde la font de Matilde, ya fuera del pueblo. Con esto se ahorrarían unos cientos de metros de camino tanto al principio como al final y el grupo no tocaría asfalto. Aún con el poco espacio que ofrecía la fuente para aparcar, se estacionaron los dos coches sin problemas. Era temprano por la mañana y todavía no había personal montañero-dominguero-familiar en el lugar.
Rápidamente se prepararon todos y comenzó la caminata y,.... ¡nuevo récord! A los 10 metros ya se habían perdido. Desde arriba de la fuente había más de un camino y nuestros senderistas dudaron. Pero la experiencia ayudó. Más por sentido común que por consulta del GPS, se escogió el camino que resultó ser el correcto
El principio de la ruta es contundente. Prácticamente el camino sube la montaña al recto hasta encontrarse, a los 400 metros, con la carretera de Chóvar, 100 metros de desnivel más arriba. El grupo dio un respiro pensando que lo peor había pasado. Pero no. Había que cruzar la carretera y adentrarse por una especie de camino que aun subía más en vertical. Después se siguió subiendo al recto para volver a encontrarse con la carretera de Chóvar otra vez, 400 metros más adelante y 150 metros más de desnivel positivo. En menos de un kilómetro ya se había subido 250 metros de los 600 del día.
Una vez más se volvió a cruzar la carretera y el grupo se adentró por una bonita senda. El camino discurre por la zona de la Malladeta por dentro de un bosque y con ligera subida. Tras el comienzo explosivo la cosa ya pintaba bien. La senda desembocaba en el collado de la Nariz, en el kilómetro 1,6. Un cruce de caminos.
Desde el collado, a la derecha hay una pista que va a la Nevera de Castro. A la izquierda, por otra pista se vuelve a Eslida. A nuestros senderistas les tocaba ir por la pista que iba por el medio. El GPS mandaba y marcaba "todo recto". Siguiendo la pista de tierra, a unos 50 metros, el track enviaba a las liebres por una senda a la izquierda. La ruta discurría ahora por una vieja pista forestal que estaba perdido, aunque conservaba la forma. Pocos coches pasarían hoy por ella. Poco a poco se va ganando altura. La subida es cómoda porque el camino es fácil, pero se sigue subiendo. La pista desemboca en una pista mucho mejor conservada, la pista de la Nevera al Coll d'Eslida, cruce de caminos. Nuestros senderistas ya estaban en el kilómetro 2,5.
El Coll d'Eslida está casi (no es del todo cierto pero casi) en el punto que parte los términos de Eslida, Fondeguilla y Chóvar. Por aquí nuestros amigos volverán a pasar después.
Del collado sale un camino, si se puede llamar camino. Nada más seguir el GPS se pararon porque ni se veía el camino. Buscaron algo parecido a una senda y se hicieron fotos porque el sitio era bonito. La senda que siguieron va por la zona del Cuquello cresteando la montaña. Es muy bonita y muy entretenida. A la izquierda el barranc de Falcó y el barranc d'Eslida y a la derecha del barranc de Forcall, con la famosa Nevera al fondo. La nevera es muy grande y está perfectamente restaurada. Hubiera sido un detallle pasar por ella pero el tiempo no se estira. Al final dejaron esta visita para mejor ocasión.
En la web del Ayuntamiento de Chóvar hay una reseña a esta nevera: "Ya en término municipal de Alfondeguilla, pero muy próxima a su límite con Chóvar, encontramos la Nevera de Castro con 12 metros de profundidad y 6 de diámetro. Así, encontramos uno de los pozos de nieve mejor conservados del territorio valenciano, con un tejado cónico totalmente reformado y, como no puede ser de otro modo en plena Sierra Espadán, cubierto por piedras de rodeno. Os animamos a que observéis cómo es por dentro desde su puerta o ventanas, ¡no hay peligro! Antiguamente las neveras eran utilizadas para recoger la nieve caída durante el invierno y, durante el verano, con la nieve ya convertida en hielo, la utilizaban para conservar los alimentos y ¡para refrescar a la población con sorbetes y helados!"
La cresta que siguieron nuestros héroes acaba en una bajada donde el grupo se ejercitó en hacer el cabra. Unos más y otros menos, pero sin hacer el cabra no se baja. Ana y Gilbert se vinieron arriba y se adelantaron pegando botes como si fueran corzos. No hubo heridos pero, la verdad, ya nadie del grupo tiene edad para ir haciendo el loco por ahí.
La bajada frenética se acaba en el Collado Boix en el km. 3,6, con el impresionante Castell de Castro delante de sus ojos. Los móviles echan fuego haciendo fotos ya que la estampa es muy bonita. Para la posteridad. Delante el castillo en un risco a lo alto. Detrás la montaña allá arriba que parece mentira que la hayan bajado.
Desde el collado salen cuatro caminos. El primero, por el que han venido. A la derecha, el de la nevera, que cogerán después. A la izquierda, el que va a Fondeguilla. Y delante, el que lleva al castillo. Evidentemente cogen el camino que les llevará a la fortaleza.
El Castell de Castro es una fortificación situada en el municipio de Alfondeguilla. De origen árabe fue construido poco antes de la era cristiana como torre de vigía. Los restos actuales pertenecen a la civilización islámica, y actualmente se encuentra en estado de total abandono.
El emplazamiento se encuentra sobre un gran peñón, a 789 metros sobre el nivel del mar y domina un campo visual impresionante que abarca desde las Agujas de Santa Águeda en Benicasim hasta el Cabo de la Nao, y desde Peñagolosa hasta las Islas Columbretes. La defensa del castillo aprovechaba totalmente la accidentada orografía, emplazándose estratégicamente entre dos profundos barrancos.
Su posición tan estratégica nos permite adivinar hoy como de difícil, por no decir imposible, podría acontecer su conquista. Cuenta una leyenda que hace muchos años, después de bastantes días de asedio en el castillo y ante la imposibilidad de conquistarlo, los acosadores, una noche muy oscura, colocaron astutamente cirios encendidos en los cuernos de una manada de cabras y las encaminaron, riscos arriba hasta llegar a la fortaleza. Los del castillo, boquiabiertos por el espectáculo de tantas luces, creyeron que el enemigo había recibido grandes contingentes de ayuda y abandonaron deprisa y corriendo la fortificación todos sobrecogidos. Fue así como los acosadores consiguieron el control del castillo. Esta historia, muy parecida a otra que habla del castillo de Olocau, ambas muy poco creíbles, nos demuestra muy claramente la inexpugnabilidad de qué gozaba el castell de Castro.
Cuando nuestros senderistas llegaron al castillo se encontraron con mucha gente allá arriba. El grupo aprovechó para tomar un tentempié contemplando las espectaculares vistas. El sitio se presta para hacer fotos bonitas. Nuestros héroes tenían todo el Mediterráneo ante sus ojos. Aunque el sol pegaba fuerte, el viento era fresquito y, antes de coger frio, volvieron para abajo. Ya estaban en el kilómetro 3,9 de la ruta, casi a mitad de camino.
La senda que seguían nuestros héroes desembocaba en la pista de la Nevera donde, a la derecha, se empieza un nuevo ascenso. Es el kilómetro 4,5. Ahora el objetivo es nuevamente el Coll d'Eslida, donde la ruta se cruzará con el camino hecho hace unas horas. El grupo empieza a marcar un ritmo más duro. El tiempo pasa y no es cuestión de hacer esperar a la familia para comer. Ya se ha visto claro que los tiempos del track no son los inicialmente previstos pero tampoco es cuestión de alargar la ruta a base de ir más despacio.
Hacía un par de semanas que había llovido con mucha intensidad por la zona. Se llegaron a medir más de 400 litros en un par de días. El terreno estaba seco pero por la pista había zonas donde nacía agua del propio suelo. La capa freática estaba muy alta y las reservas estaban a tope.
De la pista, a mano izquierda, se pasó por un cruce a una senda que subía a la Nevera, pero el grupo ya iba con suficiente retraso como para pensar en "perder" un poco de tiempo para ver una neverita (en este caso neverota). La pista por la que iban los senderistas era cómoda pero con bastante subida. El grupo seguía caminando a toda pastilla.
En el km. 5,8 de le ruta y otra vez en el coll d'Eslida. nuestros caminantes enfilan hacia el norte por una bonita senda que lleva al Coll Roig. Al fondo ya se veía Eslida. Parecía que la subida había acabado y volvía a haber un clima distendido en el grupo.
Por fin, tras un paseo llano con una fuerte bajada final, se llega al Coll Roig, en el km. 6,6 de la ruta. Ésta es la antigua puerta de Eslida hacia el mar. Desde este collado se salía hacia Fondeguilla y Vilavella. El Coll Roig forma parte del GR-36, una gran ruta tans-Espadán que une Vilavella con Montanejos de la cual se hace una carrera anual. Algunos de nuestros caminantes son viejos amigos de tramos de esta ruta. En el mismo collado, el camino se hunde en un pequeño desfiladero donde las paredes son de rodeno y arcilla roja. Un lugar un tanto especial con una energía propia. Da la sensación que la historia ha pasado por allí muchas veces.
Desde el Coll Roig, y ya por el Gr-36, nuestros héroes descienden por el camino a Eslida. Ésta es una antigua senda de herradura con muchos tramos todavía empedrados que vuelve a adentrar al grupo a la magia del corazón de la serra Espadán. En el km. 7, el grupo pisa ya carretera asfaltada y en seguida, llegan a la font de Castro (la de Eslida). Parece que ya se ha acabado la aventura. Pero atención, una sorpresa esperaba a nuestros caminantes. El GPS marcaba claramente una senda que sale de la propia fuente para ir a la font de Matilde, el definitivo final de la ruta.
Parecía que la subida había acabado y todas las piernas ya se habían relajado. Pero no, todavía quedaba una pequeño desnivel a cubrir. Era pequeño pero, para nuestros desmotivados senderistas, pareció un auténtico muro.
Con mucha desgana y un poco de esfuerzo, el grupo cogió la senda que salía desde la propia fuente y se enfilaba hacia arriba dejando el camino habitual. Tras casi 2 kilómetros de relativo sufrimiento por subidas y falsos llanos llegaron a la font de Matilde, final de la ruta.
Fueron casi 9 kilómetros muy variados y muy entretenidos. con unas vistas fantásticas en medio de unos bosques de pinos y alcornoques que harían la envidia de muchos caminantes. Temperatura perfecta y compañía inigualable. De esas rutas que no te cansas de contar a tus amistades.
Ahora a esperar a la próxima.
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