lunes, 29 de marzo de 2021

Cabanes-Cabanes


Era ese domingo de marzo en que quitan una hora y uno se levanta con todo el sueño del mundo.

Tras una larga temporada en que males de rodilla, tobillo y sobretodo vejez había dejado en dique seco a Fede, Gilbert y Kiko, nuestros tres Rayitos. Hoy era el día en que cabalgaban de nuevo.

En esta ocasión la ruta la hicieron los 3 solos. Eligieron un track lo más plano posible y con las menos piedras posibles. Silvia había pasado al grupo una ruta de un "iluminao" del senderismo que era perfecta para nuestros amigos. Un paseo circular de 15 kilómetros y 320 metros de desnivel por los alrededores de Cabanes. Mira el perfil de la ruta:


Quedaron a las 7.50 de la mañana (las 6.50 en horario del día antes). Kiko recogía y conducía hasta el destino. A las 8.20 ya estaban poniendo el rutómetro en marcha para salir desde el centro de Cabanes. Kiko era el único que llevaba palos porque no se acababa de fiar de la "bondad" de la ruta. Fede y Gilbert iban más confiados. La ruta era desconocida para nuestros caminantes y el track sólo estaba en móvil de Kiko. No hay nada como confiar en la tecnología.


La ruta comenzó muy suave. una carretera asfaltada iba llevando a los caminantes por el término municipal de Cabanes. Tras alguna masía con perros ladradores, el track marcaba que tenían que girar hacia la izquierda. La cosa empezaba a complicarse temprano. A la izquierda había una especie de barranco lleno de piedras y plantas rastreras con pinchos. Fede comentó que desde los romanos nadie había pasado por allí. Quizá tuviera razón, porque al poco de empezar a adentrarse por el barranco, el móvil de Kiko comenzó a avisar eso de "está usted fuera de ruta". Gracias a los dioses se habían equivocado. Si el camino hubiera sido ese, la cosa no hubiera pintado bien. Aquí comenzaron las dudas sobre si había tiempo suficiente para acabar la ruta antes de la hora de comer. Parece mentira pero 15 kilómetros en manos de 3 maduritos puede llevar bastante tiempo, sobre todo si se empiezan a equivocar a menudo.

Volvieron a la carretera y descubrieron que unos metros más adelante había una pista de tierra que salía hacia la izquierda. Esa era la buena.

Mientras iban siguiendo el track, nuestros héroes se dieron cuenta que había una serie de señales bastante bien colocadas que indicaban una carrera o algo similar. La ruta que seguían coincidía bastante con la que estaba marcada. A veces se apartaba de su camino para al rato volver a dejarse ver.


El camino era bastante monótono. Los primeros 6 kilómetros eran todo pista casi siempre de tierra, sin apenas desnivel ni positivo ni negativo. Los tes caminantes no tenían porqué quejarse. Era exactamente lo que habían buscado. Facilidad y pocas piedras. Se despistaron un par de veces más con el track pero no perdieron casi tiempo.

En un cruce de pistas, antes de abordar una larga recta, había un dos jóvenes esperando. Les preguntaron que era lo que significaban tantas señales, si era una carrera de motos. Aquellos chicos les miraron con cara de incredulidad. "Es la Mediterranean Epic" dijeron al unísono, como si los nuestros tuvieran que entender en esas dos palabras todo el significado de la prueba. Después comentaron que eso era una carrera de bicis.

Al día siguiente, leyendo las noticias, los tres Rayitos se dieron cuenta de donde se habían inmiscuido. La Mediterranean Epic es una carrera de 225 kilómetros en 4 etapas que ese año se disputaba en la provincia de Castellón. Esta carrera congregaba nada menos que a 500 ciclistas de 40 países.

Por fin la pista se acabó y comenzó la senda. La subida, aunque no excesiva se dio a conocer. Además, nuestros senderistas subieron el doble porque se equivocaron de camino y tuvieron que desandar un repechón. 


El gps del móvil que tenía el track daba la sensación que no marcaba bien el sitio. Parecía que el camino del track estaba a un centenar de metros a la derecha pero la senda que nuestros caminantes seguían se dirigía al mismo sitio. Nuestros atrevidos caminantes decidieron seguir por donde iban y obviar el track. Aunque el ritmo de caminar era bueno, Gilbert ya empezaba a dudar si iba a llegar a tiempo para hacer la paella. No había demasiada confianza en la "tecnología de geolocalización" que se estaba utilizando y era probable que un error les hiciera perder mucho tiempo.

Seguían una bonita y fresca senda por dentro de un bosque fuera del track cuando poco a poco el camino se fue despejando y a lo lejos se vio un conjunto de coches que seguro que eran de esa carrera de bicis que les habían comentado. Eligiendo un poco a volapié caminos que poco a poco iban acercándose hacia donde estaban los coches (el track original también les decía que debían ir hacía allí), consiguieron llegar. Kiko se confundió yendo pista hacia abajo cuando Gilbert decía que era al revés. Como siempre Gilbert tuvo razón y volvieron a desandar un pequeño tramo. Aquí dejaron las sendas y empezaron con las pistas de tierra.

De repente ya empezaron a pasar los ciclistas. Iban en grupos y se les veía fuertes. Nuestros senderistas compartían la pista con los carreristas, tratando de molestar lo menos posibles. Si hubieran llegado a saber que la carrera era tan importante hubieran esperado pacientemente a que pasaran o cambiado la ruta para no coincidir. Pero como no sabían nada, creían que era una de esas carreritas que montan por la zona para pasárselo bien. Por lo menos nuestros héroes iban animando a los ciclistas a medida que pasaban.


Gilbert y Fede habían hecho años antes alguna edición de la marxa de montaña de Cabanes que pasa por algunos tramos por los caminaban ese día. No recordaban mucho pero si alguna cosa. Sobre todo lo cansados que estaban en su día por esta carrera que es muy larga (26 kilómetros). Gilbert contaba sus peripecias por la senda de la ferraura y por otros tramos como si fuera el abuelo cebolleta. Hoy en día ni se planteaban meterse en una carrera de ese tipo.

La ruta, una vez más se separó de la carrera de ciclistas y se metió por una sendita. Poco después, el track les llevó casi campo a través. De repente allí, en el medio de la montaña, los Rayitos se encontraron con ¡una barca! No estaba en muy buen estado pero era cosa de marcianos el cómo había llegado hasta allí. Todo un misterio.

La ruta que se estaba haciendo era circular. Se compartía un tramo tanto al ir como al volver. Como había miedo por llegar tarde a casa se avisó a las familias que la cosa se podía alargar. Así, un poco medio en broma medio en serio se enviaron mensajes para que no hubiera preocupación y que se comenzara a hacer la comida sin los caminantes, siempre con la seguridad de que a comer seguro que se llegaría..

Al llegar a un cruce en el que la ruta de vuelta difería de la de ida, los tres caminantes decidieron apostar por lo seguro y volver a Cabanes por el camino que conocían, que tenía un kilómetro menos.


Al final hubo más preocupación de la necesaria. A las 12.15 ya estaban en Cabanes y aun dio tiempo de tomar una cervecita rápida antes de la vuelta. Realmente la velocidad del trayecto fue muy alta. Al no tener un gran desnivel acumulado, la velocidad media fue bastante decente para lo que nos tienen acostumbrados los Rayitos.

En resumen, una ruta un poco con mucha pista de tierra pero pefecta para las condiciones que nuestros campeones. ¡Ya llegarán tiempos mejores!  



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