lunes, 11 de marzo de 2024

Fanzara - Penyagolosa


Como amante de los caminos de montaña, a medida que te vas haciendo más mayor es obligatorio variar tus objetivos para estar a la altura cuando sales a caminar. Empiezas de joven yendo de acampada con los amigos, saboreando la naturaleza desde bien joven. Luego continuas brincando como una cabra por la roca viva para liberar hormonas y descargar las presiones de la vida en la ciudad. Después te vas haciendo mayor y te apuntas a carreras de montaña, planificadas y controladas, hasta con avituallamientos para mantenerte fuerte en todo el recorrido. Así y así vas buscando nuevos objetivos. Rutas más exigentes, cosas que no ha hecho nadie, nuevas metas que encuentras por internet. En definitiva, según tu edad y condiciones, buscas adrenalina en vena para sentirte bien.

Sin embargo, llega un día en que te das cuenta que tu cuerpo no es eterno, que tus fuerzas no son las de antes y que incluso no vale la pena pasarse buscando récords y ultra-ultra-carreras para darlo todo. Es entonces cuando cambias de fase.

Como todo en la vida, existen soluciones para soportar con dignidad ese cambio de fase, en el que la carne no da pero el cerebro sigue pensando que eres un chaval. Aquñi es cuando entran lo que podríamos llamas ultra trails del senderismo. Una caña. Son largas marchas a pie donde cuenta el esfuerzo, el paisaje, los amigos, la comida y ese pequeño universo que se crea cuando haces algo grande, aunque sea solo para tí.

En Castellón hay muchas y variadas rutas que se pueden considerar ultras de senderismo. Muchas excursiones y romerías hacen que las caminatas de 30 o más kilómetros sean muy comunes en nuestra provincia.

La ruta de la que trata este artículo es la que, partiendo de Fanzara, tiene como objetivo Sant Joan de Penyagolosa. Son cerca de 40 kilómetros de caminata con un no desdeñable desnivel de casi 2.000 metros. Toda una hazaña para cuerpos que han vivido muchas experiencias.


Los Rayitos que participaron en esta aventura fueron Bea, Isa, Javi y Kiko. Isa y Javi repetían de otras veces y para Bea y Kiko era la primera vez. El perfil de la ruta, aparte del número de kilómetros, no parece demasiado dificil. Los casi 2.000 metros de desnivel de distribuyen casi uniformemente por toda la excursión, con lo que, aunque son muchos metros, no son tan duros como lo que parece cuando te lo imaginas.


Esta ruta se la inventarion ya hace casi 30 años los chicos y chicas de Fanzara. Este año 2024 lo organiza el Ayuntamiento de Fanzara y colaboran la Peña Barcelonista Triplet, Bar D'Abajo, y a la Comisión de Fiestas 2023, encargados este año de la logística y avituallamientos. Y sobre todo, el implicado máximo en la excursión es Vicente Olucha, que es el alma del evento. A todos ellos hay que agradecer que esta caminta haya llegado a su XXVII edición y sea un referente para los senderistas de la provincia.

La organización del evento fue impecable. Avituallamiento perfecto y el personal más o menos controlado en todo momento. Al llegar a los puntos señalados por la organización, siempre había tres coches cargados de viandas para apoyar la marcha.



Las únicas dos normas que marcan los organizadores son claras y sencillas. No pasar al guía y hacer las paradas de reagrupamiento. Con esto se consigue mantener el grupo lo más compacto posible y que no se pierda nadie, ni por correr poco, ni por correr demasiado.

Técnicamente el camino no es complicado. Mucho por pista y algo de senda. La marcha es relativamente cómoda de andar. Al tratarse de 40 kilómetros, lo que más puede sufrir un senderista es en los pies, que tienen que soportar alrededor de 50.000 pasos para llegar a meta. Al ser caminos amplios y con poca piedra en su mayoría, los pies sufren menos lo que no quita que en los días siguientes a la excursión te acuerdes cada vez que das un paso. Como hemos comentado antes, la  subida es más o menos constante en todo el recorrido. Aunque son casi 2.000 de desnivel, están repartidos entre los 40 kilómteros y no se nota demasiado, salvo en algún tramo donde te dejas el hígado, sobre todo casi al final.

En esta caminata, la XXVII edición de la marcha, participaron 70 personas. El día pintaba regular. A las 5.30 h., momento en que el guía emprende la marcha y todos los demás van detrás, no hacía mucho frío en Fanzara. Todavía era noche cerrada con una luna llena grandísima que llenaba la montaña de luz. Casi todos los caminantes iban con frontales. Un chicarrón de la organización se puso delante y empezó a tirar del grupo en la primera subida de la excursión. La pista de salida del pueblo ascendía rápido y el guía marcaba bien la marcha. Rápidamente se entró en calor.

Más o menos por el kilómetro 7, cerca del Cabezo Royo, se hizo la primera parada de reagrupamiento. Habían pasado más de dos horas y hacía un viento helado que traspasaba hasta las ideas.. Alguno de nuestros Rayitos no llevaba los guantes y casi no notaba las manos. La sensación era de mucho frío. Esta fresca acompañaría a los caminantes durante toda la jornada.


Se estaba haciendo de día y el viento arreciaba. Mucho frio para un día en el que, en teoría, el clima tenía que ser benigno.

La pista continuaba y pronto se llegó a la carretera que va desde Argelita a Llucena. El asfalto acompañaría a nuestros caminantes durante unos pocos kikóletros, hasta el descanso del almuerzo.


La siguiente parada fue en la masía del Juncar, en el kilómetro 13 de la ruta. Allí, en una fuente, el grupo se dispuso a almorzar. Se plantarion las mesas con agua,  cocas, vino, café, dulces y más cosas. El viento seguía helado y el sol no acababa de salir, así que la sensación seguía siendo de mucho frío. Se almorzó bastante rápido y las setenta y pico personas salieron a seguir la ruta con bastante adelanto.

El resto de descansos/avituallamentos se sucedieron sin problemas. Como todos los años, estos fueron:

Descanso 3, zona de la Mina: 11:15 h

Descanso 4, Loma Lengua, zona del corral: 12:25 h

Descanso 5, masía del collado, La Abuela, (comida) 14:55 h

Descanso 6, Pista del Pla de la Creu 16:30 h

Llegada a Sant Joan de Penyagolosa 17:30 h

La ruta pasa por bastantes masías, mas o menos grandes y más o menos habitadas. Las más importantes fueron: Masía del Moro en el km. 10, Mas del Barbero en el km. 12,2, Mas del Juncar en el km. 12,9 con paradita a almorzar, Venta de Panolla en el km. 13,9, Mas de Mato y Mas de Cristóbal en el km. 15,  Mas de Penella en el km. 17,2, Puerto del Remolcador en el km. 19,3, Mas Quemat en el km. 21,5, Mas del Campo en el km. 23, coll de Portapaus en el  km. 23,9 y Masía del Collado de Arriba en el km. 32,5.


Algunas casas de las masías por donde pasa la ruta daban pena por años de abandono pero otras (unas pocas) estaban habitadas. Se ven casas nuevas, poca gente viviendo y parece que hay alguna reconversión en segundas residencias o casa rurales. Esto es una buena salida para estos espacios que han perdido parte de su utilidad por el abandono de la agricultura y la emigración a los pueblos y ciudades. Ha desaparecido su función como primera vivienda pero se ha encontrado solución con el turismo y la segunda residencia.


La ruta es un dulce camino de rosas (mentira) hasta el kilómetro 30. Se ha subido mucho pero a un ritmo asequible y con una pendiente moderada. En el km. 31 se sale de una pista y la excursión se adentra por una bonita senda en el Barranco del Lobo. Ya se está al pie justo de la cara sur del pico de Penyagolosa que se ve ahí delante y muy, muy, muy arriba.

Desde el fondo del Barranco del Lobo, una traicionera senda, la del Barranco del Regallet (o del Collado o de la Abuela) se presenta delante. Realmente la senda no es muy larga ni demasiado empinada, pero tras 30 kilómetros de caminata, resulta un tanto excesiva.

Es solo 1 kilómetro de camino con un desnivel acumulado de 200 metros, pero es el tramo al que todo el mundo que hace la travesía le tiene más respeto. No hace calor pero se suda. Nuestros Rayitos suben muy poco a poco para mantener el grupo. Solo Isa, que tiene una relación especial con esta ascensión se aventura a ver si puede llegar la primera de los 70 que han de pasar por allí.

Por fin, tras muchos bufidos e ir poniendo un pie delante de otro sin más pensamiento que cada metro que se avance es un metro menos para llegar al final, se llegó al Masía del Collado de Arriba, cruce de caminos en el kilómetro 32,5. Aquí se comió. La llegada de excursionistas era un goteo lento y continuo. No había prisa, solo ganas de llegar. Nuestros Rayitos (algunos) se permitieron una lata de cerveza fresca que había en el avituallamiento. Una para cada uno, Se la habían ganado.


Ahora, ya descansados y con algo de alimento en el estómago, parecía que ya estaba todo el pescado vendido. Pero no, aun quedaba la sorpresita del final. Aunque algunas voces decían que no quedaba nada, todavía faltaba subir para llegar a la Banyadera. Un poquito más lejos y un poquito más arriba. La Masía del Collado de Arriba, donde habían comido, está a 1.250 metros de altitud y la Banyadera a 1.450 metros y 4 kilómetros más lejos. Un último buen arreón para como estaban las piernas, y sobre todo los pies, de nuestros héroes.

Por la pista del Mas Quemado, los aventureros llegaron a la Banyadera, que era el techo del viaje. Ya no habría que subir más. Ahora tocaba bajar a sant Joan de Penyagolosa, el destino final de la marcha. Hay dos caminos para ello, o bien por el barranco de la Pegunta, senda lúdica, o por una pista forestal, un poco más larga pero más cómoda. Nuestros Rayitos eligieron la segunda opción. La verdad es que daba un poco igual. Ua vez allí hubieran hecho lo que hubiera hecho falta pero bueno, castigar un poco menos los pies era la opción mas acertada.

Y por fin, por fin, llegaron a Sant Joan, tras 39 kilómetros y casi 2.000 metros de desnivel. Para el caso de nuestros Rayitos, el trayecto les costó 11 horas. Directos al bus y a esperar que les devolvieran a Fanzara a por el coche. Hacía frio y mucho viento. Cada vez que pasaba una nube, caían pequeñitos copos de nieve.

Como conclusión de la jornada, la excursión es bonita, con muy buen ambiente y exigente por el número de kilómetros, con lo que hay que estar habituado a hacer marchas largas de montaña. Pero tampoco es nada que se pueda clasificar como muy dura. Había gente bastante mayor andando y creo que solo hubo dos bajas. Para que no te lo cuentes, es muy  recomendable hacerla al menos una vez en la vida. El problema es que estas cosas son adictivas y, como dijo el Titi, "el que lo prueba repite, yo no sé porque será".

Miles y miles de agradecimientos a los organizadores, a los que iban con coches de apoyo por cuidar de los caminantes, y especialmente a Vicente Olucha por ser el pegamento que mantiene unido todo este tinglado y hace que año tras año se repita la aventura. Puedes ver su blog con fotos haciendo clic aquí.


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