miércoles, 1 de diciembre de 2021

El Camino de Santiago desde Castellón. Etapa 3. De la Serra d'en Galceran al Mas de Segarra

 


Solo hay una palabra que define con total exactitud esta etapa del Camino de Santiago: VIENTO

La excursión se realizó en la última semana de un noviembre. Semana en la que el frío se adelantó un poco a lo que está uno acostumbrado en estas latitudes. La personas que tuvieron que ponerse piedras en los bolsillos para no salir volando durante esta ventosa jornada fueron Ana, Bea, Elena, Gilbert, Isa, Javi, Kiko, Silvia y Vicent.

La tercera etapa del Camino de Santiago desde Castellón comienza en la Serra d'en Galceran y termina en el Mas de Segarra, junto a la carretera que une Albocàsser con Ares. 

La etapa no revestía una especial dificultad. Kiko trató de hacer la ruta un poco más entretenida y cambió los 7 primeros kilómetros, que eran de bajada por carretera, por una combinación de pista-senda que resultaría más adecuada a unos senderistas expertos como nuestros héroes del Camino de Santiago. Con ello prácticamente se eliminaba el asfalto del recorrido de la etapa.

Esta vez las 9 personas que componían el grupo no tenían apoyo logístico para transporte, con lo que iban a apañarse solas. Cada vez estaban más lejos del origen y la cosa se iba complicando en cuanto tiempo de desplazamiento. En este caso había que subir a 9 personas a la Serrra d'en Galceran para comenzar a caminar y depués bajar las mismas 9 personas des del Mas de Segarra cuando se acabara la excursión.

El tema se solucionó con 3 coches e ingenio. A saber:

Un coche subiría al comienzo de la ruta con 5 personas, los descargaría y después iría sólo con el conductor al final de la ruta. Los otros dos coches irían directos al final de la ruta con 2 pasajeros cada uno. En el final de ruta se encontrarían los tres coches con 5 ocupantes en total, que volverían al comienzo de la ruta con un coche. El resultado sería que estaban todos los caminantes al inicio de ruta con un solo coche y había 2 coches vacíos al final de ruta. Exactamente como querían para, cuando acabaran la marcha, volver los 9 con los dos coches a la Serra y bajar los 3 coches a casa. Toda una labor de encaje de bolillos digna del mejor de los ingenieros. Esto es como los acertijos esos de cruzar el rio ovejas, lobos y sacos de trigo y que no se coman entre ellos. Aquí tampoco se comieron entre ellos.


A las 7 y media de la mañana, cuando el primer coche llegó a la Serra d'en Galceran y descargó a los primeros 4 senderistas (Silvia, Gilbert, Elena y Bea), el viento ya era terrible. Para esperar a sus compañeros, los 4 se quedaron acurrucados dentro de un portal para que el viento no los arrastrase por todo el pueblo. Menos mal que el del bar abrió rápido y pudieron tomar un café. Si no, se les habría encontrado todos abrazados y congelados al cabo de un ratito.

A la vista del temporal de viento huracanado que estaba montado, se decidió eliminar la innovación de Kiko de ir por camino y el grupo seguiría la ruta original que bajaba por la carretera. Con eso aumentaban sensiblemente la seguridad del grupo.

Ya en la carretera se vieron piedras de pequeños desprendimientos y todos se reafirmaron en ir por asfalto. Nadie se atrevió a ir por camino. Realmente casi nadie, porque Gilbert sí que quería, pero se adaptó a la mayoría.

El perfil definitivo de como quedó la ruta es el siguiente:

Hay algunos errores en el track y en el perfil que imaginamos por culpa del viento (o del cacharro de grabar los tracks gps), cosa que no debería ser. Pero bueno, ahí está.

Desde el comienzo de la etapa el grupo trató de seguir las marcas del Camino de Santiago. Dentro del pueblo ya las había pero los nuestros se despistaron y fueron siguiendo carretera cuando, las marcas del Camino de Santiago marcaba tomar un atajo para ahorrarse un par de curvas. Los senderistas tuvieron que recular y meterse por esta variante de la ruta que les ahorraba un tramo. El camino que tomaron era  el trayecto que seguían todos los veraneantes para ir a la piscina del pueblo, que estaba allí al lado. 


Después de subir unas escaleras de piedra que recordaban a las escaleras del camino de Santiago en Portomarín, se pasó por el lado de la piscina municipal que evidentemente nadie usaba en esa época del año. El viento hacía hasta que tuviera olas.

Cuando nuestros caminantes llegaron a la carretera la ruta ya era fácil. El objetivo era seguirla durante 6 kilómetros hasta llegar a los Rosildos. Eso sí, seguirla a costa de un viento de cara de cerca de 100 kilómetros por hora.


La carretera iba subiendo poco a poco hasta llegar al coll de la Banderita, a 820 metros. Era el kilómetro 2,5. Al fondo se veía la nieve en el coll d'Ares y alrededores. En este punto, la ruta brindaba otra oportunidad de coger nuevamente una pista y dejar la carretera. Gilbert hizo un intento de aproximarse al nuevo trayecto pero nadie le siguió. Así que no fructificó la historia.

Arriba en el collado el viento era horrible. Si se pegaba un salto, el aire te desplazaba más de un metro. Costaba mucho caminar y todos iban inclinados para poder seguir. Como en las películas. Esa misma tarde Silvía comentó que había visto en internet que en la Serra d'en Galceran, origen de la ruta, el viento había llegado a 101 kilómetros por hora, Junto con la Jana, Rosell y Benafigos. Nuestros caminantes lo ratifican.


La bajada fue incómoda, como se puede suponer. Bea, que andaba con mucho respeto ante el viento, se concentró en sus botas y sus palos y se adelanto para no pensar más que en caminar. Se metió de primera del grupo y puso la directa.
En el kilómetro 7 de la ruta del día acabó la bajada a Los Rosildos, mas concretamente en el Mas del Regaller. El viento no pegaba tan fuerte como arriba pero seguía dándole bien. Nadie se quitó ni la chaqueta, ni el cortavientos, ni guantes, ni gorra, ni capucha. No sobraba ninguna prenda. El problema era mantener el gorro en su sitio porque cualquier ráfaga podía hacerte correr a buscar una gorra volando.


Se hizo reunificación de grupo, porque con las prisas de Bea y de las personas rápidas del grupo se había hecho un poco de brecha. De ahí a la Rambla Carbonera solo restaban 500 metros. El recorrido de la ruta ahora discurría siguiendo esta Rambla durante un buien trecho. Realmente hasta el final de la etapa. Nuestros senseristas se encontraban en la altura más baja de la etapa, a 361 metros de altitud. Se habían bajado cerca de 360 metros en los 7 kilómetros que llevaban desde la Serra d'en Galceran.

En cuanto a las condiciones atmosféricas, se suponía que mientras siguieran al lado de la Rambla Carbonera estarían resguardados y el viento pararía, pero realmente no fue así. Parece que el tubo que formaba el gran valle hacía de canalización y el aire se encañonaba en la rambla cogiendo bastante fuerza.

Eran cera de las 10 de la mañana y a nuestros senderistas ya les rugían un poco las tripas. Sobre el kilómetro 9,2, en la zona dels Puchols de Dalt, buscaron una masía para resguardarse del viento y almorzar. La sensación de frío era intensa. Todavía nadie había bebido desde que salieron de la Serra. Almorzaron rapidito y siguieron camino para no enfriarse más de lo que estaban.

El camino hasta el final de etapa cruza hasta 5 veces la Rambla Carbonera. Salvo un desvío para visitar el ermitorio de Sant Pau, la ruta discurre paralela a la rambla, con lo que el desnivel que hay que superar es muy bajo. Siempre se sube, pero con conocimiento.

En el kilómetro 13,7, nuestros senderistas se desviaron hacia Sant Pau. La ruta hacía un alto para visitar este curioso lugar.

De momento el viento paró y con el sol los caminantes comenzaron a sudar. Parecía que ya empezaba a sobrar ropa. Todos se quitaron gorros y guantes y algunos hasta chaquetas. Pero la alegría duró poco. A los 10 minutos ya estaba el frío viento dando caña otra vez y hubo que reabrigarse.

La llegada a Sant Pau fue coreada por media docena de perros que, defendiendo su masía, ladraron y persiguieron a los caminantes durante bastantes metros.


Sant Pau, en el kilómetro 15,5 de la ruta es una ermita con mucha historia. En la web https://www.ermitascomunidadvalenciana.com lo explica muy bien:

"El hallazgo aquí de restos arqueológicos de época de la romanización ha apoyado la leyenda -sin ningún fundamento histórico- de una presunta estancia del apóstol en estas tierras. Más popular es la tradición que relata que a finales del siglo XVII el santo se apareció en este paraje a unos hombres tullidos y enfermos que se bañaban en una charca fangosa; su intervención milagrosa hizo que las turbias aguas quedaran limpias y los enfermos sanos". Como podemos leer, siempre hay una hitoria para cada sitio.


Este milagro provocó que el sitio cogiera fama y se construyó nueva iglesia, salas anexas y una hospedería. Llegó a convertirse un un importante centro litúrgico-milagrero con muchísimas visitas y romerías.

A esta ermita todavía peregrinan hoy desde Albocàsser y desde la Torre d'en Besora. Antiguamente lo hicieron los de la Serratella y los marineros de Vinaròs. Estos últimos se pegarían una buena paliza porque, por carretera hay más de 60 kilómetros de distancia entre Vinaròs y Sant Pau. Aunque la romería se hiciera por caminos que reducirían esta distancia, tampoco se acortaría tanto.


Tras cuñar la cartilla del Camino y ver las instalaciones que están restauradas y en bastante buen estado (salvo el coro de la iglesia, de primeros del siglo XVII, que está apuntalado y un poco en precario) nuestros caminantes abandonaron la ermita para seguir la ventosa ruta. Sant Pau dejó buen regusto al grupo. El sitio es de esos que tienen una energía especial.


El viento no daba descanso a nuestros caminantes. Cada vez iba a más. Volvieron a cruzar la Rambla Carbonera y la siguieron desde el otro margen. Hacía muchos kilómetros que la dirección que llevaban era hacia el norte y ahora se desviaban havia el oeste, como si subieran hacia Ares y Vilafranca. Precisamente la dirección que tomaron era hacia el origen de los vientos huracanados que les acompañaban, y hacia donde estaba la nieve que helaba este viento.


El huracán fue a más si cabe. Aunque abrigados, el aire frío se colaba por todos lados y el caminar se hacía penoso. Entre campos de olivos daba un poco de respeto el ruido de las ramas y las hojas al batir. El camino era prácticamente plano, con ligera pendiente hacia arriba pero el esfuerzo era muchísimo mayor por enfrentarse a la pared de viento que a la poca pendiente. Ya quedaban pocos kilómetros y se iba muy bien de tiempo, con lo que no habçía especial prisa y se podía ir un poco más despacio.


En el kilómetro 19,700, a muy poco del final, el grupo pasó por la Masia de Segarreta, la última antes de llegar a la Masia de Segarra, final de etapa. Estas dos masías, Segarra y Segarreta, junto con la de Segarró componen un grupo rural muy conocido en el término. Se encuentran en un estatégico cruce de caminos. Hay una pequeña referencia en internet de cuándo se hacía la Solispassa, que consistía en una bendición de las masías en la Pascua con un protocolo muy determinado donde eran protagosnistas los niños, las mazas, los curas y los huevos y dineros que ofrecían los masoveros. 

Este protocolo de la Solispassa lo comenta Javier Miralles Porcar de la siguiente manera:

"A l’arribar als masos posaven damunt la taula guarnida una fogassa de pa, un plat ple de sal , un pitxer d´aigua i al terra tines i canters plens d´aigua, el capellà ho beneïa i amb segó amb aigua beneïda en tirava a la porta de casa, els masovers donaven el que podien".

En cuanto a los lugares donde se realizaba este rito comentaba:

“El terme de Benafigos el vaig fer tots sencer acompanyant al rector de Benafigos, mossen Fibla, un any a la Solispassa, el de la Torre d´En Besora igualment acompanyant al meu germá Ricardo i també el de Villar de Canes i una part del de Culla que pertanyia a la parròquia de Villar de Canes, Mas del Sastre, el Pou d´en Boix , allà a la vora de Sant Pau d´Albocàsser i la carretera de Vilafranca a Castelló, La Segarra, la Segarreta i el Segarró. Han passat molts anys”.

Son costumbres y tradiciones que se pierden y a las que no ayuda nada el despoblamiento masivo de las masias en favor del superpoblamiento de las grandes ciudades. Ya veremos hasta donde llegamos.


El final de etapa estuvo acompañado, aparte del viento, por un grupo de cazadores que venía subiendo por dentro de la Rambla Carbonera pegando tiros a los animalillos que se guarecían del huracán en el lecho del barranco. Por la cantidad de tiros que se oyeron (y muy cerca), algún animalillo sufriría.

La ruta se concluyó con un poco más de 20 kilómetros de marcha con un desnivel acumulado de 271 metros. Un paseo a no ser por el molesto viento que hizo que la travesía fuera "especial". No obstante el viento, nuestros senderistas solo tardaron 4 horas y pico en hacer la ruta. Una marca muy rápida. Parece que no quisieron perder tiempo en ver el paisaje.

Cada vez estaban más cerca del objetivo, que era la catedral de Santiago, a más de 900 kilómetros de distancia todavía. La moral seguía alta. Había que tener paciencia unos meses o años para completarla.

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miércoles, 17 de noviembre de 2021

El camino de Santiago desde Castellón. Etapa 2. De la Pobla Tornesa a la Serra d'en Galceran.


Esta es una etapa superrecta que une las localidades de la Pobla Tornesa, Benlloc y la Serrra d'en Galceran.

Esta vez, los protagonistas de la ruta fueron Ana, Bea, Elena, Fede, Gilbert, Javi, Kiko y Silvia. Nadie la había hecho hasta el momento y Kiko y Javi llevaban el track para seguirlo. Hoy en día la tecnología es una inestimable herramienta para moverse por la montaña hasta tal punto que se puede ir por áreas desconocidas solo con un móvil.

La ruta es larguita pero fácil. Son 24 kilómetros, de los cuales los primeros 18 son totalmente planos. Es denivel acumulado es de 585 metros, casi todos previstos para el final de la etapa. Mira aquí el perfil:


En la mañana de un domingo de otoño, fresca y soleada, nuestros senderistas dejaron sus coches en la Pobla Tornesa para comenzar la ruta. Al finalizar, Gilbert había quedado con un taxi para que les devolviera allí mismo. Con esto se evitaba el tener que molestar a los buenos samaritanos que en la primera etapa subieron a por el grupo.

Nada más salir de la Pobla la ruta coincide con la Via Augusta, gran calzada romana que, con sus 1.500 kilómetros unía la actual Cádiz con los Pirineos. Es esta zona, la calzada que pisaría el grupo de caminantes fue un camino recto que, partiendo de la Pobla Tornesa, no dejarían hasta bien adelantada la ruta, 16 kilómetros después.




El frescor de la mañana, junto con algo de viento que iría en aumento a lo largo del día, hizo que todos comenzaran bastante agrigados. Bueno, todos no. A Ana, con la estufa que lleva dentro, ya empezaba a sobrarle todo. El resto fue más conservador de calor. 

Como los romanos construían las cosas para que duraran, el firme de la calzada se conserva perfecto, aunque en algunos tramos está lleno de agujeros ajenos a la calidad de la obra. En la zona hay una auténtica invasión de conejos, que parece que les va bien construir sus madrigueras en medio del camino.


Y, evidentemente, cuando hay superpoblación de conejos, de rebote también hay superpoblación de cazadores. El primer tramo del trayecto se compartió con varios personajes que, con sus perros, andaban pegando tiros. Alguno de los miles de conejos que había en la zona se llevaría un buen susto (o algo más).

Una ruta sin dificultades llevó a que la velocidad del nuestros caminantes se disparara. Pronto se hicieron dos grupos. Por un lado los muy rápidos y por otro los no tan rápidos. El camino estaba claro y no hacía falta esperarse. No obstante eso, hubo muchos momentos de reagrupamiento.

Siguiendo por la Vía Augusta, alrededor del kilómetro 7 se pasó por el Arc de Cabanes, arco conmemorativo romano del siglo II d.C. Lo que queda de él está en muy buen estado. En la rotonda donde se encuentra el arco se hizo una paradita para reagruparse y hacer la foto de rigor.

El ritmo de la marcha continuaba siendo muy ligero. Se había especulado con que esta etapa llevaría entre 6 y 7 horas a las Liebres pero seguro que se acortaba.

La ruta recta y plana duró hasta el kilómetro 12,4, cuando el grupo se desvió del camino por una pista también ancha y plana que se dirígía al oeste, el camí del pas de la fusta.  Poquito a poquito, casi sin notarlo se empezaba a subir. Al fondo se veía la sierra como una muralla sin paso para franquearla

En el kilómetro 14 se hizo la parada del almuerzo. Nuestras senderistas estaban en el Aljub del Adjutori, lugar que está muy cerca de la ermita de la Marededeu del Adjutori por un lado, y de Benlloc por el otro.

Javi se acercó a ver la ermita, e hizo fotos, Estaba muy cuidada y gozaba de buena salud (la ermita, no la virgen)

La historia de la Marededeu del Adjutori es muy curiosa, y parecida a tantas y tantas vírgenes mediterráneas milagreras que se encabezonaban en un sitio especial para que sus devotos las adoraran.

Originalmente la ermita estaba dedicada a San Abdón y San Senén, patronos de Benlloc pero después algo pasó. Copiando de la wikipedia, donde lo expican muy bien:

"Según la tradición, una armada portuguesa llegó a la costa, cerca de Torreblanca, y no pudo seguir por falta de viento. Por tres vueltas bajaron una imagen de la Virgen María de la Adjutorio a tierra para rogarles vientos favorables, y estando en tierra los vientos volvieron, y al subir la imagen al barco capitán, los vientos desaparecieron. Considerando milagroso este hecho, y respetando el deseo de la Virgen María de quedarse en estas tierras, enviaron a un sacerdote con la imagen, para descubrir donde quería estar. Ya por la noche llegó la imagen a la ermita de los santos Abdón y Senén de Benlloc, y el sacerdote dejó la imagen en el altar para pasar la noche; y el día siguiente, cuando pensó en continuar el camino, cogió la imagen pero no pudo moverla. El sacerdote volvió a los barcos portugueses para informar de los hechos, y el ermitaño avisó a las autoridades del pueblo, y estos trajeron la imagen a la iglesia parroquial, pero el día siguiente la imagen había vuelto a la ermita, y allí se quedó, como la patrona titular."

Así que san Abdón y san Senén quedaron relegados a un segundo puesto de ranking de devoción Belloquina. Así es la vida.

Una vez repuestas las fuerzas, nuestras caminantes reanudaron la marcha. Hasta el momento había sido todo plano pero ahora comenzaba la subida. Poco a poco, de forma muy gradual se fueron ganando metros. Todo por pista, nada de camino. Quien había diseñado el Camino de Santiago desde Castellón no se había complicado la vida, ¡el camino bien ancho!

Volvieron a hacerse dos grupos. Por un lado las Liebres y por otro las Abuelas. La pendiente no era excesiva per si suficiente para resoplar un poco. Las ganas de llegar, el buen entrenamiento, la genética de cada uno, el peso, las caderas tocadas, la edad, las uñas de los pies o el deseo de disfrutar de la ruta con más tranquilidad, todo era determinante para clasificarse en un grupo u otro. Nada era malo ni bueno. Usain Bolt solo hay uno y el resto somos unos lentos. 

Adentrándose en la sierra, los senderistas tenían delante una gran pared y trataban de adivinar un paso por donde les llevaría el camino. Al final no hubo paso, la pista hizo lo más fácil, llegar hasta arriba del todo. El camino, en su parte más alta, discurrió entre el tossal de la Canyada y la Mola de la Serra por un paisaje ya de montaña dentro de un bosque de grandes pinos. Parecía que se estaba a mucha más altura que la real porque el entorno era casi de alta montaña. Estaban a 750 metros que daban la sensación de  1.500. El aire arreciaba y ya pasaba de fresco a frio. Las vistas llegaban hasta el mar.



De repente, una vez pasado el collado y ya en llano, nuestras senderistas se encontraron con un personaje sentado en una silla de director a un lado del camino, con un chaleco reflectante fosforito y una señora escopeta en las manos. Resulta que había batida de jabalí y por la zona desde donde venían nuestros caminantes, no había ninguna señalización de ello. Se oyeron tiros de bala. Se saludó al cazador y se siguió camino un poquito más atemorizados. Con un poco más de atención a perros, balas y jabalís.

Es un rollo esto de las batidas de jabalí porque no existe ningún medio de saber cuándo y dónde se van a hacer. De repente vas por la montaña y te encuentras una señal (o nada) diciéndote que no puedes pasar y a ver que haces. Si puedes desviarte, lo haces, pero si no, ...



Nuestros héroes ya llevaban 24 kilómetros, la ruta les decía que estaban a escasos 500 metros del pueblo y todavía no se veía nada. Solo campos de almendros. Se hicieron bromas con lo del pueblo fantasma y, de repente, aparecieron las primeras casas y poco después la Serra d'en Galceran en toda su plenitud. Ya no se podía esconder más.

En la llegada, el grupo 2 tardó unos pocos minutos más que el grupo 1. Al final todos se reunieron y rehidrataron sus cuerpos en el bar del pueblo, que por cierto estaba bastante concurrido. Era la hora del vermut del domingo.

El ritmo de la etapa fue trepidante. De una duración estimada entre 6 a 7 horas, se paso a las 5,5 horas reales que efectivamente se hicieron. Ya casi se podría considerar a las Liebres como deportistas de competición antes que senderistas. Hablando en serio, el haber un tramo tan largo sin desnivel al inicio de la ruta seguro que ayudó mucho a conseguir un buen tiempo.

Gilbert, el logístico, llamó al vehículo que les tenía que recoger y devolver a la Pobla Tornesa, lugar donde estaban los coches. La furgoneta tardó. No se esperaba la llamada tan temprana y se aprovechó la espera para rehidratarse un poco más. Tras la llegada del vehículo y en un rato, todos a casa a comer.

Como resumen, la segunda etapa del Camino de Santiago de Castellón resultó muy agradable. Dos tramos muy distintos. El primero recto y plano, y el segundo revirado y subiendo. No hubo mucho desnivel con lo que los 24 kilómetros se soportaron sin mayor esfuerzo. Y el paisaje fue muy humanizado al principio para poco a poco hacerse más salvaje en la zona de montaña.

Nuestras Liebres Rayitos ya estaban pensando en la siguiente etapa para acercarse poco a poco al final del objetivo, la catedral de Santiago, cosa que tardaría aún algunos años en llegar.

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viernes, 12 de noviembre de 2021

El camino de Santiago desde Castellón. Etapa 1. De Castellón a La Pobla Tornesa


El grupo de liebres y abuel@s llevaba ya tiempo hablando de hacer el Camino de Santiago desde Castellón y por fin se materializó la idea. Una aventura del calibre del Camino de Santiago no se podía dejar de lado. La aventura es para los valientes y quien no menos valientes que nuestras Liebres Rayitas. 

Tras la estela milenaria del Camino de Santiago han surgido una serie de satélites que partiendo de los lugares más variopintos vienen a confluir en la catedral de la capital gallega. El Camino ha trascendido de su baño religioso para ser un reclamo cultural, moral, en incluso psicológico que ayuda a los seres humanos a parar y recalibrar sus cerebros para seguir atendiendo el trajín del día a dia.

Una de las rutas que han venido a engrosar las distintas variantes del Camino de Santiago es la que partiendo de Castellón, se adentra en Aragón para, una vez en la Rioja unirse al Camino Francés. Son más de 1.000 kilómetros que comienzan en la ermita de Fadrell de Castellón y acaban en la catedral de Santiago de Compostela. 

En principio, nuestros senderistas no tenían intención de abordar un larguísimo Camino del tirón, pero, sí ir haciendo tramos hasta su completa ejecución, tratando de conseguir todo el arreglo psicológico personal que fuera posible aun con estas pequeñas dosis.

El grupo de liebres se apoyó en las rutas publicadas por la Asociación de Amigos de la Ruta Jacobea Ultreia de Castellón, la entidad que ha creado y promovido la idea y ha ido desgranando, día a día y pueblo a pueblo el conjunto de rutas que forma este Camino, tanto espiritual como cultural y deportivo.

Hoy era el día que nuiestros héroes comenzaban a seguir el primer track.

El track de esta primera etapa se analizó y se vio que tocaba mucha carretera. Nuestros avezados senderistas, aprovechando la experiencia que tenían en los caminos de la zona, trataron de eliminar los tramos de carretera a base de buscar rutas alternativas. Estos cambios no se podrían considerar trampas porque los kilómetros son los kilómetros, pero sí una visión distinta del propio Camino. Esta visión "mejorada" del Camino sería menos de asfalto y más rural-étnica-salvaje.

En este primer día del Camino participaron Bea, Elena, Fede, Gibert, Javi, Kiko y Silvia. Al final de la etapa se anduvieron poco más de 20 kilómetros, un desnivel acumulado de 564 metros y un perfil como puedes ver:


Para empezar, la incorporación de los caminantes a la ruta fue gradual. Cada peregrino fue incorporándose al grupo a medida que la "peregrinación" pasaba por su casa. Kiko comenzó la grabación del track en el edificio de Correos y se unió al grupo en el Palau de la Festa.

La primera "trampa" fue que en vez de seguir el camí Caminàs (la antigua Vía Augusta) como mandaban los cánones, nuestros excursionistas fueron por la ruta del Colesterol, ya que a las 7.30 de la mañana, hora de comienzo de la excursión, era de noche y en el "camino oficial" no había luz.



El ermitorio de la Virgen de Lidón fue la primera parada de la ruta. Allí se hicieron la foto de rigor con una placa conmemorativa de la creación del camino de Santiago de Castellón. Los ánimos estaban frescos y la temperatura un poco también.


Ahora nuestros caminantes ya seguían la antigua Vía Augusta. El Camino, no sabemos si es casualidad o no (imaginamos que no), también sigue la romería que todos los años va desde Castellón hasta la ermita y castillo de la Magdalena, histórico lugar que dio origen a la antigua Ciudad de la Plana. Las carreteras agrícolas, muy conocidas por todos los miembros del grupo, iban pasando entre naranjos con un desnivel apenas apreciable. Parecía un poco extraño pasar por esos parajes sin gente alrededor como en el día de la peregrinación popular. 

Siguiendo las flechas amarillas, como en cualquier Camino de Santiago que se precie, sobre las 9.30 llegaron a las inmediaciones de la Magdalena donde repusieron fuerzas con un merecido almuerzo. Estaban ya en el kilómetro 10.



Hasta ahora todo el camino había sido de carretera y ahora venían las innovaciones. La ruta seguía durante un par de kilómetros más por la carretera asfaltada que desde la ermita de la Magdalena sube al monasterio de Desierto de las Palmas. Nuestros senderistas siguieron un camino alternativo por una senda que iba prácticamente paralela a la carretera. Fue mucho más seguro y cómodo, entre bosque y sin tráfico a motor..


Llegó un momento en que la excursión se apartaba de la carretera y se desviaba por una pista fácil de andar. La pista se transformó en camino, que ya no era tan fácil. Se hizo un poco más salvaje y ya nuestros caminantes sudaron por primera vez en todo el día. Las vistas de la Plana y el mar al fondo comenzaron a ser espectaculares a medida que la altura subía y no sin esfuerzo la senda se volvió a encontrar con la carretera pero un poco más arriba. El objetivo de no tocar más asfalto se había superado hasta el momento.

La ruta marcaba ahora dos kilómetros más de carretera pero el grupo, a los doscientos metros, giró a a izquierda para aprovechar una senda que evitara el duro suelo de asfalto. 


Entre el grupo, especialmente Kiko y Gilbert, se comentó cual camino escoger ya que había tres alternativas. La del norte, la del sur y la del medio. Al final se eligió la del medio, que algunos ya la habían hecho pero en sentido inverso. Es decir, bajándola y no subiéndola.

La cosa fue cogiendo elevación. El camino se iba volviendo más salvaje y poco pisado. El desnivel iba aumentando por momentos. El resultado fue que durante un corto tramo se sufrió una subida bastante vertical y resbaladiza, pero al final todos llegaron arriba. Unos en mejores condiciones que otros.


De allí la cosa se suavizaba hasta el coll de la Mola, punto más alto de la ruta del día y lugar donde nuestros caminantes se reencontraron con la ruta original. Se estaba ya en el kilómetro 16 y ahora todo era cuesta para abajo.

Ahora había que tomar una nueva decisión. El track original seguía por la pista que va desde el coll de la Mola a la Pobla, pero hay un camino más directo (más o menos) que sale de allí mismo y es menos monótono. Por supuesto, nuestros excursionistas eligieron este último, que se conoce como el camí vell del Desert


Poco a poco se fue bajando sin más complicaciones hasta llegar a la Pobla Tornesa, final de a primera etapa. la senda estaba llena de arborços (madroños), y nuestros senderistas se hincharon a comer durante la bajada.

Nada más llegar al destino, nuestras héroes se dirigieron a casa de Amparo, la suegra de Juani, una amiga del grupo. Ella les cuñaría la acreditación del camino. Fue el primer cuño de una serie de estampaciones que acabarían en la catedral de Santiago de Compostela. Por cierto, el cuño era de la asociación de amas de casa, pero como ponía que eran de la Pobla Tornesa, valía perfectamente para las pretensiones de las caminantes.

Unas pocas cervezas y una buena comida sirvieron para poner el punto gastronómico a la jornada. La vuelta a Castellón se vio favorecida por dos buenos samaritanos que tras la comida transportaron al grupo a sus hogares.

La ruta fue muy interesante, tanto por lo de formar parte del Camino de Santiago y como por la habilidad y obsesión de no tocar carretera por los miembros del grupo, cosa que dio lugar a una excursión original, relativamente cómoda y divertida. era el comienzo de un largo Camino, nunca mejor dicho.

Pero.... la cosa no acabó aquí. Pocas semanas más tarde, más liebres hicieron la ruta en la repesca que se montó un domingo.

Esta vez fueron Ana, Isa, Kiko y Vero, Quedaron prontito en varias partes de Castellón y consiguieron salir de Lledó a las 7.32. Todo un éxito tempranero contando que el grupo de la anterior vez salieron media hora más tarde.



El ritmo fue un poco más vivo y, en vez de almorzar en la ermita de la Magdalena siguieron camino. Pretendían almorzar una vez finalizara toda la subida para así no llevar el estómago lleno mientras sudaban.



Vero iba asustada porque tenía miedo de pinchar o quedarse atrás, cosa que no sucedió. Estaba más fuerte de lo que pensaba y la ruta no era para tanto. 

En cuanto a las trampas para eliminar el asfalto, esta vez Kiko se decantó por cruzar la Serra del Desert por el Portell o coll de las Cointiendas, donde quizá hubiera un poco más de distancia pero el camino estaba infinitamente mejor. De hecho se demostró porque fue mucho más cómodo y rápido. Esta ruta pasa por el mas de Chiva, donde hicieron unas fotos antes de afrontar la subida al collado.



Nuestras senderistas, con una Ana y una Isa que se salían de fuertes, llegaron a las Contiendas poco más tarde de las 10.30 y almorzaron allí. Hacía calor y el sol todavía picaba para ser noviembre.

El camino parecía una autopista. Gente subiendo, y bajando, conversaciones, perros, parejas, grupos, preguntas. La ciudadanía aprovechaba el buen tiempo para invadir la montaña y, en este cruce de caminos se vio de todo. En las Contiendas se unen las sendas que van al mas de Chiva, a la Roca Blanca, a la Pobla y al Morico. En esta última hay que trepar, y allá se fueron unos jovencitos con perros que parece que no sabían donde se metían. Esperamos que cosiguieran hacer cumbre sin muchos problemas, aunque lo de los perros no lo acabamos de ver. 



Ya con las fuerzas repuestas venía la bajada. Como una vez cruzado el collado se entra en una umbría, la temperatura cambió radicalmente. Una bajada de muchos grados heló al grupo, que tuvo que empezar a mover piernas para entrar en calor. También comieron los madroños que les dio la senda, que estaban supermaduros ya. A punto de terminar la temporada.

Carlos, un amigo del grupo pilló por detrás a nuestras senderistas. Venía corriendo desde la ermita de la Magdalena y con las indicaciones de Vero y las pistas que les iba dejando por boca de la gente que iba en sentido contrario consiguió dar caza a las caminantes, ya en la bajada hacia la Pobla Tornesa. Charlando, charlando acompañó a nuestras héroes hasta casi el destino de la ruta. Luego tendría que volver a la Magdalena, donde había dejado el coche. Carlos estaba mucho más trabajado y era más fuerte que todas las liebres del grupo y parece que no le dio miedo afrontar la vuelta.

Las 4 caminantes llegaron sin problemas a destino y, con un refrigerio o dos, esperaron a Sergio, el buen samaritano que les fue a recoger esta vez. En cuanto al tiempo ue emplearon en la ruta, ganaron alrededor de media hora al grupo anterior, aunque la distancia fue más o menos igual que la primera vez.

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sábado, 25 de septiembre de 2021

L'Alcora - Torremundo - Araia - L'Alcora

La ruta que presentamos aquí es un poco más exigente de lo que los senderistas huevones como los Rayitos acostumbran a hacer. Es muy bonita y recomendable y, sobre todo, es de esas en las que a mitad de camino hay un muy buen lugar para almorzar, cosa que da un valor añadido muy interesante a la excursión.

El perfil de la ruta es el siguiente:


Visto el perfil, al principio el camino pica hacia arriba hasta la cima de la excursión, Torremundo. Despues ya es todo más tranquilo. En la excursión participaron Francis, Gilbert, Javi, Kiko y Ricardo. Ya hacía un tiempo que Francis quería invitar a Gilbert a hacer una excursión por su pueblo, l'Alcora. Ese sábado se consumó la invitación. Gilbert se llevó a Kiko como acompañante y Francis fue con dos amigos, Javi y Ricardo, muy aficionados a patear por la montaña. Cinco personas que harían una ruta muy típica de su pueblo. Subirían a Torremundo, la montaña más alta de su término municipal, y además almorzarían en Araia, en un bar muy típico y concurrido de esta pequeña aldea. 

Kiko y Gilbert se pegaron un buen madrugón. Quedaron a las 6.30 de la mañana para subir a l'Alcora donde les esperaban los otros tres senderistas. La semana había sido lluviosa y el terreno seguro que estaría en muy buenas condiciones. (mullidito y con poco polvo). Subían algo inquietos. Por la carretera en plena noche, Gilbert y Kiko veian grandes resplandores de rayos y centellas a lo lejos. Parece que había una buena tormenta detrás de las montañas de l'Alcora. Si el tema se complicaba no podrían salir, pero por lo menos tendrían lo del almorzar, que no pensaban perdonar.

Al final, con rayos y todo los 5 valientes salieron. No había previsión de lluvia y si no salían, después se arrepentirían de no haber aprovechado un día tal bueno como el que acabó siendo.

A las 7 comenzó la marcha. La ruta elegida sigue el paseo que lleva del pueblo hacia la ermita de sant Vicent. Es un bulevar muy arreglado y por que va mucha gente a hacer algo de deporte. Aun siendo un sábado tan temprano, nuestros senderistas se cruzaron y saludaron a algunas personas.

La ruta dejaba la ermita de sant Vicent a la derecha y seguía por una pista. La iluminación de las farolas se acabó y, aunque empezaba a clarear el día, algunos frontales dieron algo de más luz al camino. La pista pronto se acabó y se tomó una senda que salía a la izquierda. Javi iba guiando delante, como prácticamente siguió haciendo durante todo el camino.

El sendero comenzaba a coger desnivel. Siempre positivo. A Gilbert le cogió un poco por sorpresa y pasó un rato un poco mal, renqueando hasta recuperar poco a poco el resuello. Iba demasiado abrigado y hasta que no se quitó el cortavientos no fue cómodo.

No se iba rápido pero tampoco se encantaba nadie. Javi mantenía un buen ritmo. Había reservado el sitio para el almuerzo pero no había que fiarse. Cada cosa tiene su hora y no es cuestión de retrasarse en una cosa tan importante.

Al primer alto el grupo paró un momento para ver el paisaje. Había nieblas bajas pero estaba claro que día iba a despejarse. Casi se veían los tres pantanos, el del Sitjar, el de María Cristina y el de l'Alcora, que aunque lo tenían justo debajo, era el que no se veía. 

A nivel de enrgía, los tres alcorinos iban más que sobrados. Kiko mantenía el tipo y Gilbert ahí andaba. El secreto del éxito de los de l'Alcora estaba más que claro. Se conocían el camino, tenían 10 años menos (por lo menos), 10 kilos menos (por lo menos) y entrenaban 10 veces más. Javi seguía siempre caminando primero y Gilbert y Francis de coche escoba.



La primera parte de la ruta tenía como objetivo Torremundo. Prácticamente todo el trayecto discurre por el camí de Llucena que une l'Alcora con este pueblo, y que seguramente en su día era el único camino directo que había entre las dos poblaciones. Javi dudaba si Torremundo pertenecía al término de Alcora, Lucena o partía los términos. Visto porteriormente el mapa se descubrió que Torremundo parte los términos de los dos pueblos. Por fin se llegó a Torremundo, que con sus 717 metros es la cota más alta de l'Alcora. El esfuerzo no fue muy grande. Era el kilómetro 5,6 y, según los Alcorinos, la subida ya era historia. Ahora tocaba bajar. 


La montaña de Torremundo, aparte de una gran cruz de hierro clavada justo en la cumbre, es famosa porque tiene unas vistas espectaculares. Se ve gran parte de la provincia hasta el mar. Detrás hay una visión provilegiada del Salt del Cavall, barranco con altos precipicios a los lados. Su nombre viene de una leyenda. Te copio un trozo que he sacado de una web de turismo: 

"Cuenta la leyenda que en las proximidades de este paraje (del barranco del Salt del Cavall) tuvo lugar una de las muchas batallas que hubieron en siglos pasados en nuestras tierras entre cristianos y sarracenos. En esta, los musulmanes eran tan numerosos que estaban acorralando a los cristianos y obligándoles a retroceder ocasionando numerosas bajas entre sus huestes. Ante tal empuje, los cristianos invocaron la ayuda del apóstol Santiago, como era habitual en estas lides y de ahí su apelativo de“matamoros”, quien acudió a socorrerles montado en su blanco caballo. Sin embargo, esta vez era tan feroz el ejército musulmán que ni él pudo hacerles frente. 

Ante la pérdida irremediable de la batalla, Sant Jaume y un grupo de caballeros intentaban defender a las tropas en retirada haciéndose perseguir por el enemigo. Viendo que estaba todo perdido, el apóstol espoleo su blanco caballo para que los sarracenos lo persiguieran a él. Cuando casi los tenía encima, se encontró con un inmenso precipicio que parecía llegar hasta el mismo infierno. Con un milagroso salto de su caballo, Sant Jaume venció los 70 m que separaban los bordes de la garganta, pero todos los sarracenos se despeñaron al fondo de ella, pereciendo.

Y dicen que, en lo alto de este barranco, aún pueden verse grabadas sobre la roca las huellas de los cascos del caballo blanco en el mismo lugar en el que hizo ese salto tan espectacular." 


Nuestros Rayitos apuntaron mentalmente una salida pendiente para conocer el Salto del Caballo. Ya decidirían si desde abajo, desde el barranco, o por arriba para buscar la famosa huella que dejaron los cascos del caballo al saltar.

La gran cruz de metal que corona Torremundo señala que esta montaña se usa para algo más que para hacer senderismo. Existe una tradición bastante reciente, que se realiza todos los sábados siguientes al domingo de Pascua desde 1995, donde 13 peregrinos recorren en romería las ermitas del término de l'Alcora. En la cima del Torremundo se canta el Angelus y se sigue camino. Subiendo a esta montaña los peregrinos depositan cruces, cada uno de ellos en un lugar determinado. Son unas cruces de madera que se van acumulando año tras año y están al borde del camino. Cuando nuestros caminantes bajaron de la cima fueron viendo estas cruces a lo largo de la senda. 


Ahora comenzaba la bajada. La ruta se desvía del camino de Llucena y gira a la derecha hacia el barranco del Salt del Cavall. Parece que el esfuerzo ya ha pasado. Ahora es un dulce paseo. Ahora es Kiko el que va un poco más lento. Javi y Ricardo van delante y Los tres restantes iban detrás en animada conversación. Se cambió el objetivo y ahora las ganas eran de almorzar. Javi comentó que en una horita estarían frente al bocata de rigor. La bajada es sencilla y de un camino un poco cerrado se pasa ya a una pista más cómoda y con menos pendiente donde se puede ir más rápido. 


Poco antes de llegar a Araia, lugar de almuerzo, nuestros caminantes pasaron por el poblado del Rogle, masía de nada menos que 22 viviendas deshabitada desde los años 60 del siglo pasado. El progreso y la vida urbana pudo con ella. Está todo en ruinas y su visita está prácticamente impracticable. Nuestros chicos ni lo intentaron. Hicieron foto y siguieron camino.


Por fin se llegó a Araia, el aliciente gastronómico de la jornada senderista. Las antiguas escuelas de la aldea se han transformado en bar para dar de almorzar y comer a la multitud de ciclistas, senderistas, moteros y turistas de todo tipo que recuperan sus fuerzas en Araia. El secreto de su éxito es simple. Buen rollito, buena comida y buenos precios.


Nuestros senderistas se zamparon un almuerzo espectacular regado con cerveza y gaseosa y coronado con carajillos de los buenos. Estaban rodeados por una multitud de ciclistas pero Javi tenía enchufe y les atendieron superrápido.

Araia es el pueblo del abuelo de Gilbert. Él en su casa había oido contar historias sobre la aldea pero nunca había estado allío. Después de almorzar, todo el grupo dio un paseo por entre las casas que, como hay tan pocas, acabaron en pocos minutos. Araia es una aldea muy pequeña, pero está muy cuidada y sus casas está todas arregladas. Vive poca gente todo el año aunque la población aumenta mucho en fin de semana y verano. Javi comentó que los de la serie "la Alquería blanca" de àpunt habían ido para interesarse en montar plató de exteriores allí.


Ahora ya tocaba volver. Aun quedaban 8 kilómetros y las cervezas, carajillos y el gran bocata lastraban a nuestros caminantes. Ahora es donde se notaría la preparación de nuestros atletas. Los tres alcorinos siguieron normales como si nada hubiera pasado, pero nuestros dos Rayitos iban un poco mas apurados.

El camino era superbonito. Se volvía a cruzar el barranco del Salt del Cavall y, en medio de una subida que no se acababa nunca, apareció el mas de Marco, un gran caseron medio hecho polvo. Se notaba que había sido algo en el pasado pero ahora estaba todo echado a perder.


La ruta seguía por una senda amplia con cierta subida hasta llegar a la cova de l'Àngel, una balma con una pequeña charca y un ángel pintado (alguien decía que el ángel estaba grabado en la piedra de forma natural y solo estaba repasado para que se viera bien). Aquí ya se estaba cerca de l'Alcora, el final de la ruta.


Siguiendo el camino, que se transformó en pista y después en carretera, los caminantes llegaron a un polígono industrial. Ya estaban al final de la ruta. Pero no, este no era el final. El choche estaba aparcado en la otra punta del pueblo y aun quedaban 2 kilómetros y medio para llegar. Un último esfuerzo y tras tomar una cerveza con gaseosa casi de un trago y despedirse del resto, Gilbert y Kiko llegaron al coche y volvieron para casa. Era mediodía.

En total fueron 6 horas, contando con las paradas, visitas y almuerzo. Quizá un poco demasiado para los que tienen que hacer la paella el domingo. El tiempo normal de la ruta parece que era 4,5 o 5 horas. Entre los lentos y el almuerzo extendido hubo cierto retraso.

En el gps de Kiko la ruta marcó 18,910 kilómetros y un desnivel positivo de 934 metros. Después, cuando se descargó la ruta en el wikiloc, su repositorio de tracks, la ruta volvió a marcar 18,910 km. pero con un desnivel acumulado menor, de solo 705 metros. También marcó que Torremundo está a 656 m. y no a sus reales 717 m. Cosas de la técnica. De todas formas, la ruta oficialmente tiene un desnivel acumulado de 700 y pico metros pero esos metros se sienten como si fueran 900.

Aun con las quejas huevonas, la ruta fue muy bonita, muy instructiva, con mucha senda y muy cuidada. Para repetir seguro. El toque del almuerzo a medio camino seguro ue dará un peso importante a la hora de repetirla en un futuro.

Y lo más importante, los senderistas, todos unos cracks.


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