miércoles, 17 de noviembre de 2021

El camino de Santiago desde Castellón. Etapa 2. De la Pobla Tornesa a la Serra d'en Galceran.


Esta es una etapa superrecta que une las localidades de la Pobla Tornesa, Benlloc y la Serrra d'en Galceran.

Esta vez, los protagonistas de la ruta fueron Ana, Bea, Elena, Fede, Gilbert, Javi, Kiko y Silvia. Nadie la había hecho hasta el momento y Kiko y Javi llevaban el track para seguirlo. Hoy en día la tecnología es una inestimable herramienta para moverse por la montaña hasta tal punto que se puede ir por áreas desconocidas solo con un móvil.

La ruta es larguita pero fácil. Son 24 kilómetros, de los cuales los primeros 18 son totalmente planos. Es denivel acumulado es de 585 metros, casi todos previstos para el final de la etapa. Mira aquí el perfil:


En la mañana de un domingo de otoño, fresca y soleada, nuestros senderistas dejaron sus coches en la Pobla Tornesa para comenzar la ruta. Al finalizar, Gilbert había quedado con un taxi para que les devolviera allí mismo. Con esto se evitaba el tener que molestar a los buenos samaritanos que en la primera etapa subieron a por el grupo.

Nada más salir de la Pobla la ruta coincide con la Via Augusta, gran calzada romana que, con sus 1.500 kilómetros unía la actual Cádiz con los Pirineos. Es esta zona, la calzada que pisaría el grupo de caminantes fue un camino recto que, partiendo de la Pobla Tornesa, no dejarían hasta bien adelantada la ruta, 16 kilómetros después.




El frescor de la mañana, junto con algo de viento que iría en aumento a lo largo del día, hizo que todos comenzaran bastante agrigados. Bueno, todos no. A Ana, con la estufa que lleva dentro, ya empezaba a sobrarle todo. El resto fue más conservador de calor. 

Como los romanos construían las cosas para que duraran, el firme de la calzada se conserva perfecto, aunque en algunos tramos está lleno de agujeros ajenos a la calidad de la obra. En la zona hay una auténtica invasión de conejos, que parece que les va bien construir sus madrigueras en medio del camino.


Y, evidentemente, cuando hay superpoblación de conejos, de rebote también hay superpoblación de cazadores. El primer tramo del trayecto se compartió con varios personajes que, con sus perros, andaban pegando tiros. Alguno de los miles de conejos que había en la zona se llevaría un buen susto (o algo más).

Una ruta sin dificultades llevó a que la velocidad del nuestros caminantes se disparara. Pronto se hicieron dos grupos. Por un lado los muy rápidos y por otro los no tan rápidos. El camino estaba claro y no hacía falta esperarse. No obstante eso, hubo muchos momentos de reagrupamiento.

Siguiendo por la Vía Augusta, alrededor del kilómetro 7 se pasó por el Arc de Cabanes, arco conmemorativo romano del siglo II d.C. Lo que queda de él está en muy buen estado. En la rotonda donde se encuentra el arco se hizo una paradita para reagruparse y hacer la foto de rigor.

El ritmo de la marcha continuaba siendo muy ligero. Se había especulado con que esta etapa llevaría entre 6 y 7 horas a las Liebres pero seguro que se acortaba.

La ruta recta y plana duró hasta el kilómetro 12,4, cuando el grupo se desvió del camino por una pista también ancha y plana que se dirígía al oeste, el camí del pas de la fusta.  Poquito a poquito, casi sin notarlo se empezaba a subir. Al fondo se veía la sierra como una muralla sin paso para franquearla

En el kilómetro 14 se hizo la parada del almuerzo. Nuestras senderistas estaban en el Aljub del Adjutori, lugar que está muy cerca de la ermita de la Marededeu del Adjutori por un lado, y de Benlloc por el otro.

Javi se acercó a ver la ermita, e hizo fotos, Estaba muy cuidada y gozaba de buena salud (la ermita, no la virgen)

La historia de la Marededeu del Adjutori es muy curiosa, y parecida a tantas y tantas vírgenes mediterráneas milagreras que se encabezonaban en un sitio especial para que sus devotos las adoraran.

Originalmente la ermita estaba dedicada a San Abdón y San Senén, patronos de Benlloc pero después algo pasó. Copiando de la wikipedia, donde lo expican muy bien:

"Según la tradición, una armada portuguesa llegó a la costa, cerca de Torreblanca, y no pudo seguir por falta de viento. Por tres vueltas bajaron una imagen de la Virgen María de la Adjutorio a tierra para rogarles vientos favorables, y estando en tierra los vientos volvieron, y al subir la imagen al barco capitán, los vientos desaparecieron. Considerando milagroso este hecho, y respetando el deseo de la Virgen María de quedarse en estas tierras, enviaron a un sacerdote con la imagen, para descubrir donde quería estar. Ya por la noche llegó la imagen a la ermita de los santos Abdón y Senén de Benlloc, y el sacerdote dejó la imagen en el altar para pasar la noche; y el día siguiente, cuando pensó en continuar el camino, cogió la imagen pero no pudo moverla. El sacerdote volvió a los barcos portugueses para informar de los hechos, y el ermitaño avisó a las autoridades del pueblo, y estos trajeron la imagen a la iglesia parroquial, pero el día siguiente la imagen había vuelto a la ermita, y allí se quedó, como la patrona titular."

Así que san Abdón y san Senén quedaron relegados a un segundo puesto de ranking de devoción Belloquina. Así es la vida.

Una vez repuestas las fuerzas, nuestras caminantes reanudaron la marcha. Hasta el momento había sido todo plano pero ahora comenzaba la subida. Poco a poco, de forma muy gradual se fueron ganando metros. Todo por pista, nada de camino. Quien había diseñado el Camino de Santiago desde Castellón no se había complicado la vida, ¡el camino bien ancho!

Volvieron a hacerse dos grupos. Por un lado las Liebres y por otro las Abuelas. La pendiente no era excesiva per si suficiente para resoplar un poco. Las ganas de llegar, el buen entrenamiento, la genética de cada uno, el peso, las caderas tocadas, la edad, las uñas de los pies o el deseo de disfrutar de la ruta con más tranquilidad, todo era determinante para clasificarse en un grupo u otro. Nada era malo ni bueno. Usain Bolt solo hay uno y el resto somos unos lentos. 

Adentrándose en la sierra, los senderistas tenían delante una gran pared y trataban de adivinar un paso por donde les llevaría el camino. Al final no hubo paso, la pista hizo lo más fácil, llegar hasta arriba del todo. El camino, en su parte más alta, discurrió entre el tossal de la Canyada y la Mola de la Serra por un paisaje ya de montaña dentro de un bosque de grandes pinos. Parecía que se estaba a mucha más altura que la real porque el entorno era casi de alta montaña. Estaban a 750 metros que daban la sensación de  1.500. El aire arreciaba y ya pasaba de fresco a frio. Las vistas llegaban hasta el mar.



De repente, una vez pasado el collado y ya en llano, nuestras senderistas se encontraron con un personaje sentado en una silla de director a un lado del camino, con un chaleco reflectante fosforito y una señora escopeta en las manos. Resulta que había batida de jabalí y por la zona desde donde venían nuestros caminantes, no había ninguna señalización de ello. Se oyeron tiros de bala. Se saludó al cazador y se siguió camino un poquito más atemorizados. Con un poco más de atención a perros, balas y jabalís.

Es un rollo esto de las batidas de jabalí porque no existe ningún medio de saber cuándo y dónde se van a hacer. De repente vas por la montaña y te encuentras una señal (o nada) diciéndote que no puedes pasar y a ver que haces. Si puedes desviarte, lo haces, pero si no, ...



Nuestros héroes ya llevaban 24 kilómetros, la ruta les decía que estaban a escasos 500 metros del pueblo y todavía no se veía nada. Solo campos de almendros. Se hicieron bromas con lo del pueblo fantasma y, de repente, aparecieron las primeras casas y poco después la Serra d'en Galceran en toda su plenitud. Ya no se podía esconder más.

En la llegada, el grupo 2 tardó unos pocos minutos más que el grupo 1. Al final todos se reunieron y rehidrataron sus cuerpos en el bar del pueblo, que por cierto estaba bastante concurrido. Era la hora del vermut del domingo.

El ritmo de la etapa fue trepidante. De una duración estimada entre 6 a 7 horas, se paso a las 5,5 horas reales que efectivamente se hicieron. Ya casi se podría considerar a las Liebres como deportistas de competición antes que senderistas. Hablando en serio, el haber un tramo tan largo sin desnivel al inicio de la ruta seguro que ayudó mucho a conseguir un buen tiempo.

Gilbert, el logístico, llamó al vehículo que les tenía que recoger y devolver a la Pobla Tornesa, lugar donde estaban los coches. La furgoneta tardó. No se esperaba la llamada tan temprana y se aprovechó la espera para rehidratarse un poco más. Tras la llegada del vehículo y en un rato, todos a casa a comer.

Como resumen, la segunda etapa del Camino de Santiago de Castellón resultó muy agradable. Dos tramos muy distintos. El primero recto y plano, y el segundo revirado y subiendo. No hubo mucho desnivel con lo que los 24 kilómetros se soportaron sin mayor esfuerzo. Y el paisaje fue muy humanizado al principio para poco a poco hacerse más salvaje en la zona de montaña.

Nuestras Liebres Rayitos ya estaban pensando en la siguiente etapa para acercarse poco a poco al final del objetivo, la catedral de Santiago, cosa que tardaría aún algunos años en llegar.

Haz clic aquí para ver la ruta


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