domingo, 15 de mayo de 2022

Circular Eslida - Castell de Castro


Una vez más nuestros Rayitos abordaron una nueva ruta. Elena, una de las caminantes, es natural de Eslida y desde hacía tiempo le hacía ilusión subir al Castell de Castro, lugar emblemático de la zona y muy transitado por senderistas. Prácticamente ella era la única persona del pueblo que no había subido. 

Los Rayitos no podía permitir que esto continuara así y se pusieron de acuerdo para convertirse por un rato en habitantes del Castell de Castro.

Kiko entró en el wikiloc y eligió una ruta. Los parámetros para elegirla eran bastante básicos. Que no fuera de más de 10 kilómetros, que no tuviera más de 600 metros de desnivel y que fuera circular.

De entre las muchas rutas que Kiko encontró en la web eligió la que más se adaptaba a sus preferencias. Era una de un tal Pepeslida (desde aquí saludamos y damos las gracias a Pepe por su estupenda ruta). El track era circular, de cerca de 10 km. y de un desnivel de cerca de 600 m. Quizá picaría un poco el desnivel pero de vez en cuando hay que esforzarse. Cuando se compartieron las características de la ruta en el grupo se comentó que era como subir al Bartolo desde Benicàssim. Ante este comentario, nadie se puso las manos a la cabeza ni se rasgó las vestiduras por la dureza de la ruta y ésta se consideró apropiada. 

El tal Pepeslida había hecho el recorrido en casi 3 horas y Kiko pensó que el grupo lo haría en poco más de tres horas (a alrededor de 3 kilómetros y pico por hora). Pero se le escapó un detalle. Nadie se dio cuenta quien era el que había publicado el track. ¿Quien era ese tal Pepeslida? Viendo después las rutas que tenía publicadas, Gilbert comprobó que había mucha bici y muchas salidas con grupos pequeños. Todo ello indicativo que Pepe estaba más preparado de lo que se pensaba en un principio. Este detalle dio la pista que el tiempo real al "estilo Rayito" no sería de tres horas, sería de bastante más. Lo pagarían con tiempo extra.

La ruta la hicieron Ale, Ana, Angeles, Gilbert, Isa, Kiko, Silvia y Vicent.


Si miras el perfil verás que no parece muy dura. Subidas y bajadas varias. El detalle está en lo trabajosos que son algunos de los caminos por los que se pasa que ralentizan la marcha y hacen que lo que en principio se pensaba que sería rápido e indoloro se acabó convirtiendo en "no tan rápido" y con alguna agujeta esa tarde y al día siguiente.


El comienzo del track es de un kilómetro de carretera. Elena, la Liebre de Eslida propuso con éxito que el comienzo y el fin se hiciera desde la font de Matilde, ya fuera del pueblo. Con esto se ahorrarían unos cientos de metros de camino tanto al principio como al final y el grupo no tocaría asfalto. Aún con el poco espacio que ofrecía la fuente para aparcar, se estacionaron los dos coches sin problemas. Era temprano por la mañana y todavía no había personal montañero-dominguero-familiar en el lugar.

Rápidamente se prepararon todos y comenzó la caminata y,.... ¡nuevo récord! A los 10 metros ya se habían perdido. Desde arriba de la fuente había más de un camino y nuestros senderistas dudaron. Pero la experiencia ayudó. Más por sentido común que por consulta del GPS, se escogió el camino que resultó ser el correcto 

El principio de la ruta es contundente. Prácticamente el camino sube la montaña al recto hasta encontrarse, a los 400 metros, con la carretera de Chóvar, 100 metros de desnivel más arriba. El grupo dio un respiro pensando que lo peor había pasado. Pero no. Había que cruzar la carretera y adentrarse por una especie de camino que aun subía más en vertical. Después se siguió subiendo al recto para volver a encontrarse con la carretera de Chóvar otra vez, 400 metros más adelante y 150 metros más de desnivel positivo. En menos de un kilómetro ya se había subido 250 metros de los 600 del día. 

Una vez más se volvió a cruzar la carretera y el grupo se adentró por una bonita senda. El camino discurre por la zona de la Malladeta por dentro de un bosque y con ligera subida. Tras el comienzo explosivo la cosa ya pintaba bien. La senda desembocaba en el collado de la Nariz, en el kilómetro 1,6. Un cruce de caminos.


Desde el collado, a la derecha hay una pista que va a la Nevera de Castro. A la izquierda, por otra pista se vuelve a Eslida. A nuestros senderistas les tocaba ir por la pista que iba por el medio. El GPS mandaba y marcaba "todo recto". Siguiendo la pista de tierra, a unos 50 metros, el track enviaba a las liebres por una senda a la izquierda. La ruta discurría ahora por una vieja pista forestal que estaba perdido, aunque conservaba la forma. Pocos coches pasarían hoy por ella. Poco a poco se va ganando altura. La subida es cómoda porque el camino es fácil, pero se sigue subiendo. La pista desemboca en una pista mucho mejor conservada, la pista de la Nevera al Coll d'Eslida, cruce de caminos. Nuestros senderistas ya estaban en el kilómetro 2,5.


El Coll d'Eslida está casi (no es del todo cierto pero casi) en el punto que parte los términos de Eslida, Fondeguilla y Chóvar. Por aquí nuestros amigos volverán a pasar después.

Del collado sale un camino, si se puede llamar camino. Nada más seguir el GPS se pararon porque ni se veía el camino. Buscaron algo parecido a una senda y se hicieron fotos porque el sitio era bonito. La senda que siguieron va por la zona del Cuquello cresteando la montaña. Es muy bonita y muy entretenida. A la izquierda el barranc de Falcó y el barranc d'Eslida y a la derecha del barranc de Forcall, con la famosa Nevera al fondo. La nevera es muy grande y está perfectamente restaurada. Hubiera sido un detallle pasar por ella pero el tiempo no se estira. Al final dejaron esta visita para mejor ocasión.




En la web del Ayuntamiento de Chóvar hay una reseña a esta nevera: "Ya en término municipal de Alfondeguilla, pero muy próxima a su límite con Chóvar, encontramos la Nevera de Castro con 12 metros de profundidad y 6 de diámetro. Así, encontramos uno de los pozos de nieve mejor conservados del territorio valenciano, con un tejado cónico totalmente reformado y, como no puede ser de otro modo en plena Sierra Espadán, cubierto por piedras de rodeno. Os animamos a que observéis cómo es por dentro desde su puerta o ventanas, ¡no hay peligro! Antiguamente las neveras eran utilizadas para recoger la nieve caída durante el invierno y, durante el verano, con la nieve ya convertida en hielo, la utilizaban para conservar los alimentos y ¡para refrescar a la población con sorbetes y helados!"


La cresta que siguieron nuestros héroes acaba en una bajada donde el grupo se ejercitó en hacer el cabra. Unos más y otros menos, pero sin hacer el cabra no se baja. Ana y Gilbert se vinieron arriba y se adelantaron pegando botes como si fueran corzos. No hubo heridos pero, la verdad, ya nadie del grupo  tiene edad para ir haciendo el loco por ahí.

La bajada frenética se acaba en el Collado Boix en el km. 3,6, con el impresionante Castell de Castro delante de sus ojos. Los móviles echan fuego haciendo fotos ya que la estampa es muy bonita. Para la posteridad. Delante el castillo en un risco a lo alto. Detrás la montaña allá arriba que parece mentira que la hayan bajado. 


Desde el collado salen cuatro caminos. El primero, por el que han venido. A la derecha, el de la nevera, que cogerán después. A la izquierda, el que va a Fondeguilla. Y delante, el que lleva al castillo. Evidentemente cogen el camino que les llevará a la fortaleza.

El Castell de Castro es una fortificación situada en el municipio de Alfondeguilla. De origen árabe fue construido poco antes de la era cristiana como torre de vigía. Los restos actuales pertenecen a la civilización islámica, y actualmente se encuentra en estado de total abandono.


El emplazamiento se encuentra sobre un gran peñón, a 789 metros sobre el nivel del mar y domina un campo visual impresionante que abarca desde las Agujas de Santa Águeda en Benicasim hasta el Cabo de la Nao, y desde Peñagolosa hasta las Islas Columbretes. La defensa del castillo aprovechaba totalmente la accidentada orografía, emplazándose estratégicamente entre dos profundos barrancos.



Su posición tan estratégica nos permite adivinar hoy como de difícil, por no decir imposible, podría acontecer su conquista. Cuenta una leyenda que hace muchos años, después de bastantes días de asedio en el castillo y ante la imposibilidad de conquistarlo, los acosadores, una noche muy oscura, colocaron astutamente cirios encendidos en los cuernos de una manada de cabras y las encaminaron, riscos arriba hasta llegar a la fortaleza. Los del castillo, boquiabiertos por el espectáculo de tantas luces, creyeron que el enemigo había recibido grandes contingentes de ayuda y abandonaron deprisa y corriendo la fortificación todos sobrecogidos. Fue así como los acosadores consiguieron el control del castillo. Esta historia, muy parecida a otra que habla del castillo de Olocau, ambas muy poco creíbles, nos demuestra muy claramente la inexpugnabilidad de qué gozaba el castell de Castro.





Cuando nuestros senderistas llegaron al castillo se encontraron con mucha gente allá arriba. El grupo aprovechó para tomar un tentempié contemplando las espectaculares vistas. El sitio se presta para hacer fotos bonitas. Nuestros héroes tenían todo el Mediterráneo ante sus ojos. Aunque el sol pegaba fuerte, el viento era fresquito y, antes de coger frio, volvieron para abajo. Ya estaban en el kilómetro 3,9 de la ruta, casi a mitad de camino.

La salida del castillo fue por el mimo sitio por el que entraron. hasta volver al Collado Bois, donde ahora, en vez de subir hacia la empinada cresta que bajaron hacía un rato, giraron a la izquierda para bajar al barranc de Forcall. Esta es una senda bastante empinada donde se bajan muchos metros. Muchas de las liebres ya pensaban que tendrían que volver a subir estos preciosos metros que bajaban. No iban desencaminadas.


La senda que seguían nuestros héroes desembocaba en la pista de la Nevera donde, a la derecha, se empieza un nuevo ascenso. Es el kilómetro 4,5. Ahora el objetivo es nuevamente el Coll d'Eslida, donde la ruta se cruzará con el camino hecho hace unas horas. El grupo empieza a marcar un ritmo más duro. El tiempo pasa y no es cuestión de hacer esperar a la familia para comer. Ya se ha visto claro que los tiempos del track no son los inicialmente previstos pero tampoco es cuestión de alargar la ruta a base de ir más despacio. 

Hacía un par de semanas que había llovido con mucha intensidad por la zona. Se llegaron a medir más de 400 litros en un par de días. El terreno estaba seco pero por la pista había zonas donde nacía agua del propio suelo. La capa freática estaba muy alta y las reservas estaban a tope.


De la pista, a mano izquierda, se pasó por un cruce a una senda que subía a la Nevera, pero el grupo ya iba con suficiente retraso como para pensar en "perder" un poco de tiempo para ver una neverita (en este caso neverota). La pista por la que iban los senderistas era cómoda pero con bastante subida. El grupo seguía caminando a toda pastilla.


En el km. 5,8 de le ruta y otra vez en el coll d'Eslida. nuestros caminantes enfilan hacia el norte por una bonita senda que lleva al Coll Roig. Al fondo ya se veía Eslida. Parecía que la subida había acabado y volvía a haber un clima distendido en el grupo.




Por fin, tras un paseo llano con una fuerte bajada final, se llega al Coll Roig, en el km. 6,6 de la ruta. Ésta es la antigua puerta de Eslida hacia el mar. Desde este collado se salía hacia Fondeguilla y Vilavella. El Coll Roig forma parte del GR-36, una gran ruta tans-Espadán que une Vilavella con Montanejos de la cual se hace una carrera anual. Algunos de nuestros caminantes son viejos amigos de tramos de esta ruta. En el mismo collado, el camino se hunde en un pequeño desfiladero donde las paredes son de rodeno y arcilla roja. Un lugar un tanto especial con una energía propia. Da la sensación que la historia ha pasado por allí muchas veces.


Desde el Coll Roig, y ya por el Gr-36, nuestros héroes descienden por el camino a Eslida. Ésta es una antigua senda de herradura con muchos tramos todavía empedrados que vuelve a adentrar al grupo a la magia del corazón de la serra Espadán. 

En el km. 7, el grupo pisa ya carretera asfaltada y en seguida, llegan a la font de Castro (la de Eslida). Parece que ya se ha acabado la aventura. Pero atención, una sorpresa esperaba a nuestros caminantes. El GPS marcaba claramente una senda que sale de la propia fuente para ir a la font de Matilde, el definitivo final de la ruta. 

Parecía que la subida había acabado y todas las piernas ya se habían relajado. Pero no, todavía quedaba una pequeño desnivel a cubrir. Era pequeño pero, para nuestros desmotivados senderistas, pareció un auténtico muro. 

Con mucha desgana y un poco de esfuerzo, el grupo cogió la senda que salía desde la propia fuente y se enfilaba hacia arriba dejando el camino habitual. Tras casi 2 kilómetros de relativo sufrimiento por subidas y falsos llanos llegaron a la font de Matilde, final de la ruta.


Fueron casi 9 kilómetros muy variados y muy entretenidos. con unas vistas fantásticas en medio de unos bosques de pinos y alcornoques que harían la envidia de muchos caminantes. Temperatura perfecta y compañía inigualable. De esas rutas que no te cansas de contar a tus amistades.

Ahora a esperar a la próxima.

Mira aquí la ruta


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miércoles, 23 de febrero de 2022

Circular Magdalena Raca


Raca es una montaña que se encuentra en el término de Castelló, muy cerca de la ermita de la Magalena. Desde cualquier sitio de la ciudad se puede ver esta cima de 458 metros que, para los aficionados a caminar por senda, da ganas de subirla en cualquier momento libre que se tenga.

Las Liebres se animaron un domingo de febrero a hacer esta ruta. En concreto fueron Bea, Elena, Gilbert, Kiko y Silvia.

El tossal de Raca se trataba de una asignatura pendiente que había que aprobar. Silvia y Elena habían subido y bajado varias veces pero siempre acababan dudando y yendo campo a través. Hablando sobre el tema con Gilbert y Kiko, que se las daban de expertos conocedores de las sendas de Raca, se decidió hacer un día esta ruta para "enseñar el camino oficial" por el que se sube a esta montaña. El camino que, saliendo del polvorín, sube por el collado del Mancebo hasta llegar al Racó de Raca.

La ruta son 9,68 kilómetros con 439 metros de desnivel que se hacen con cierta facilidad. Primero va todo de subida y después, evidentemente, se baja. Mira aquí el perfil.


Unos pocos días antes de la excursión, para animar un poco a los senderistas, Kiko envió una foto del "vigilante de Raca". Se trata de una roca que está al lado del camino y que "vigila" a los caminantes que pasan por allí. La roca no tiene cara de buenos amigos pero hasta ese momento todavía no se había movido para dar un susto a nadie. El grupo tendría que estar atento para encontrar la roca a lo largo de la excrusión. Había que descubrir al vigilante. 

Para evitar perderse y dar vueltas innecesarias, Kiko se bajó un track circular que, saliendo de la Magdalena, recorría esta ruta. Todo el track discurría por término municipal del Castelló de la Plana y parecía el más directo para cumplir el objetivo de coronar la cima

La cosa ya empezó algo diferente de como se tenía pensada inicialmente.  Nuestros senderistas se pusieron a caminar partiendo de la ermita de la Magdalena. Sin fijarse demasiado en el camino que  tomaban, se metieron en el barranco de la Magdalena y tomaron una pista. El gps no se quejó por lo que se suponía que andaban bien. Pero echando un ojo más detallado al gps se diero cuenta que estaban realizado por la ruta al revés de cómo inicialmente se habían planteado. Se estaban encaminando hacia Raca por el lugar por el que, en principio, tendrían que bajarla. Al fin y al cabo ete tema daba un poco igual. El objetivo era llegar a la cima y tampoco importaba mucho este pequeño incidente. Eso sí, Gilbert y Kiko, que se las daban de expertos en el tema quedaron un poquito mal, dando la sensación que no tenían ni idea del camino a hacer. Con unas risas se solucionó el tema y se decidió hacerla alrevés. alguien dijo: "una anécdota" más para escribir en la crónica", y así ha sido.


Para explicar un poco el camino que se siguió en esta excursión, saliendo de la explanada de la Magdalena se sube por el barranco del mismo nombre y se toma el camí de l'Algepsar, al otro lado del cauce. Poco a poco el camí del Algepsar, que realmente es una cómoda pista de tierra, va subiendo el barranco hasta que lo deja y se adentra a la izquierda siguiendo otro barranco, el barranc de l'Algepsar, que da nombre a este camino.

Cada vez la pendiente es mayor, pero no interrrumpe ninguna conversación ya que se deja subir con facilidad. A la izquierda queda Raca y a la derecha el Tossal de la Roca Blanca. El camino (la pista) se va metiendo por un bosque cada vez más denso y más húmedo. Al sur, en la parte de Raca, están las rocas de les Gralles, que ofrecen sombra todo el día al barranco y dan esa protección y vitalidad vegetal a la zona. Manteniendo una frondosidad poco usual debido a lo protegido del barranco.


Esta zona era desconocida para algunos del grupo, que siempre habían subido o bajado como cabras casi "al recto" desde la Magdalena. Para otros, era donde se habían medio perdido en otras excursiones buscando entre los caminos el que más les convenía para llegar a la cima.

La pista de tierra que forma el cami de l'Agepsar se acaba en un momento dado y la continúa una senda, también en muy bien estado, con el desnivel propio de una subida de montaña. Aquí la cosa ya no era un paseo. Ahora tocaba sudar un poco.

En el barranc de l'Agepsar se juntan varias sendas. Alguna va hacia Borriol siguiendo hasta el collado entre Raca i la Roca Blanca, y otras van a distinos destinos, Roca Blanca, Raca, la Magdalena, Mas de Xiva, otras masias,... Nuestros caminantes se desviaron al este a buscar la senda que sube a Raca, el objetivo del día.

Hay varios caminos que suben y bajan y no es dificil desorientarse y acabar lejos del objetivo. Pero quizá varios caminos converjan en uno y no sea tan difícil. Es este caso, como en tantos otros, se optó por el sentido común. La cosa estaba en seguir tres reglas. Por una parte ir hacia arriba. Los caminos que bajaban no era opción para subir a una cima. La segunda regla era buscar sendas anchas y muy pisadas con lo que se asumía que "tanta gente no se puede equivocar". La tercera opción era ir hacia el sur, tener claro donde estaba la cima de la montaña y no desviarse hacia otros lugares. Con estas tres premisas no se falló. Tambien hay que tener en cuenta que la tecnología estaba presente y el gps echó una mano. Pero no era muy necesario, las cosas estaban claras.


Pronto se acabó el bosque y el lio de sendas y comenzó la piedra viva, los últimos repechos hasta el cim de Raca. Allí estaba el vértice geodésico. Los últimos metros hasta la cima son un pedregal donde hay que tener un poco de cuidado de donde poner el pie, para evitar una torcedura accidental.

Por fin se alcanzaron los 458 metros de altura que tiene Raca. Esta cima es bastante famosa en los contornos. Como tiene un acceso rápido desde la ermita de la Magdalena, es un lugar muy concurrido y muy utilizado para que montañeros, domingueros y excursionistas varios estiren las piernas con pequeñas excursiones montañísticas. Sienpre hay gente allá arriba disfrutando de las vistas.

En el caso de este día, nuestros caminantes casualmente no encontraron a nadie. No recordaban haber subido ninguna vez sin encontrarse a nadie allá arriba. Para no engañar, al subir se cruzaron con una señora muy mayor que estaba bajando y al ratito de estar llegó un carrerista que se fue enseguida.


El grupo disfrutó del momento, de las vistas. Respiraron aire puro en la exclusividad que les regalaba ese día. El tiempo estaba un poco brumoso. Les Columbretes no se llegaban a ver, pero no se deslucía en demasía el momento. Hacia el sur toda la plana de Castelló y hacia el norte, la Serra del Desert de les Palmas con sus picos. La Roca Blanca, el Morico, el Cantal, Caragol de Panxa y el Bartolo. Y como, no, un poco más hacia el mar, el Castell de Montornés y les Agulles de Santa Àgueda. Espectaculares encuadres para fotos.


Ahora, una vez recargadas las pilas de naturaleza en todo su esplendor, tocaba bajar. Esta vez sí que se haría por el camino tradicional, el de costumbre. Y esta vez no dudarían en ningún momento. Gilbert y Kiko habían hecho el tramo de bajada más de 1000 veces (quiza se exagere, pero casi seguuro que por lo menos 950 veces).


Desde la cima parten varios caminos, unos más visibles y otros menos. El que se dirigía  hacia el sur era el bueno, el que tenían que seguir. Era una camino que iba directo hacia una casa, que casi estaba en la cima, en un balcon hacia la Plana, un sitio realmente privilegiado.

Antiguamente el camino hacia Raca pasaba por el porche de esta casa. Hoy en día, los dueños de la edificación, que ya casi es una mansión, habían desviado el camino para que los miles de visitantes que acceden al pico no les molestaran .Habían habilitado una senda que, pasando por detrás de la propiedad, conectaba con el camino original. Así todos contentos. Los visitantes no molestan pero pueden pasar. 


La senda se convierte en pista, y luego hay que coger un desvío a la derecha nuevamente por una senda. La senda cambia la vertiente de la montaña. El caminante pasa de ir con vistas al este, a la Plana de Castelló, a adentrarse hacia el oeste, con vistas al tossal Roig y a la Plana de Borriol.


Tras unos metros de andar por el camino por fin aparece el "Vigilante", la roca buscada. Aunque no estaba fácil de ver, Bea lo descubrió y avisó al resto. Todos se hicieron un selfie entre rirsas porque se lo esperaban más grande. En la foto que había enviado Kiko parecía una roca descomunal cuando realmente no media más de un metro o metro y medio de alto. El objetivo se cumplió y el Vigilante ya sería un recuerdo en esta bonita excursión.

La ruta siguió bajando, ahora un poco más empinada y por una senda descarnada que había que tomar con calma y cuidado. Pronto se llegó al Collado del Mancebo, otro paso hacia Borriol desde la Plana de Castelló. 

Este collado  trajo recuerdos a nuestros senderistas porque hay una mesa con bancos de cemento donde almorzaron cuando hicieron la Transbartolo, ruta de más de 30 kilómteros que une Castelló con Benicassim por todas las crestas de la Serra de Castelló y del Desert de les Palmes, una hazaña más de las Liebres. Esta vez no se pararon porque ya habían almorzado y no había razón. Siguieron camino para adelantar terreno.


Desde el collado el camino mejora mucho. Esta muy bien conservado, incluso hay tramos totalmente empedrados como lo era en su origen cuando este camino, junto con el Camí de la Palla, servía para transportar materiales de la Plana al interior y viceversa. El origen del nombre Camí de la Palla, al que hace referencia este camino y otro que va un poco más al sur, que pasa por la Coma, es por el material que se transportaba por ellos en según que estación del año. Por estos caminos pasaba toda la paja sobrante de los cultivos de arroz con destino a los hornos de alfarería, tejería y cerámica de Borriol, Moró y demás pueblos del interior. En éopca romana y anterior, estos caminos llevarían a la costa plata, aceite y demás productos para comerciar con fenicios, griegos, romanos y otros pueblos que atracaban sus barcos para hacer negocios.

Ya más abajo, para llegar a la Plana, el camino se adentra por el Barranc de Boira, nombre dado por las propiedades que tenía esta antigua familia de Castellón en la zona, cuyo apellido ya se ha perdido por las herencias patriarcales, pero que mantiene su nombre en éste topónimo.


Por fin se llegó abajo. Allí nuestros caminantes se encuentran con el Camí de Boira, continuación natural del Camí Caminàs. Aquí se claro que este paso hacia el interiór ha sido utilizado desde, como mínimo, tiempos de los romanos. El Camí Caminás forma parte de la antigua Vía Augusta Romana y una de sus conexiones con esta arteria de comunicación romana desde Castellón al pueblo de Borriol es el camí de Boira y el camí de la Palla. La historia corría rápida bajo los pies de nuestras senderistas que casi sentían el paso de tantos y tantos caminantes y caballerías por donde ellas iban ahora.

Nuestros héroes ya se encontraban abajo de la montaña, donde comenzaba la Plana. Ahora había que volver al origen de la ruta, a la ermita de la Magdalena, donde estaban los coches. El grupo tenía dos opciones. Por un lado estaba el antiguo Camí de Boira y el Camí Vell de Barcelona, todo asfaltado y en excelentes condiciones. Por otro lado tocaba atravesar unos huertos por pista de tierra desconocida pero sobre el mapa más corto y más "aventurero". Qué decir tiene que nuestros caminantes eligieron la opción dos, no por aventurera (que podríamos pensar que sí), sino por más corta, porque ya estaba bien de andar y había que ir para casa a hacer la paella del domingo (es un decir).


La fiebre agricultora citrícola había llevado a grandes teratenientes de Castelló a hacer terrazas y plantar naranjos hasta el borde mismo de Raca. Por los caminos de acceso a estos huertos es por donde nuestros senderistas atajaron hasta llegar a la ermita de la Magdalena. Aquí no hubo pérdida. El cerro donde se alza la ermita estaba visibe en todo momento y el gps no fallaba al dar el camino bueno por el que ir. Los naranjos estaban ya recolectados pero aun quedaba algún fruto para degustación de nuestros sedientos caminantes. Superdulces y buenas. La manos se quedaron pringosas de azucar sin posibilidad de lavarlas después, pero valió la pena la cata de naranjas, fruta estrella de la Plana de Castelló.

De allí al coche fue un paseo, con un par de despistes de ruta incorporados sin mayores consecuencias. Después al coche y, sin cervezas, para casa. La gente mantiene la línea y cuesta llevarla a hacer excesos, aunque sea tras casi 10 kilómetros de montaña.

La excursión se podría clasificar como buena tirando a muy buena. Quizá larguita para lo que el grupo se esperaba. Se creían que en un par de horitas lo tendrían solucionado y la ruta llevó 3 horas y cuarto. 

La ruta es fácil y entretenida y se llevó buen ritmo. Risas, buen rollito y el "vigilante" encontrado.

Pincha aquí para ver la ruta


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lunes, 14 de febrero de 2022

Pantano del Sitjar - La Talaia. Circular


Esta es una ruta relativamente sencilla ideal para dar una agradable vuelta entre amigos. No deja de tener su subidita y su bajadita de rigor, pero en este caso no es de mucho desnivel.

En este caso participaron Ana, Armando, Elena, Isa, Kiko, Manolo, el otro Manolo, Sergio, Silvia y Vicent. De todos lo caminantes, seis comenzaban entrenamiento para un tramo del camino de Santiago, que tenían planificado para el verano siguiente. Este era su primer entrenamiento y había que mover las piernas para no sufrir demasiado en la ruta de Santiago. Aquí tienes el perfil


La excursión no llega a 9 km i tiene tan solo 236 metros de desnivel. Bastante gente de la marcha llevaba un app de gps instalada en su móvil y, una vez la hicieron, las distancias recorridas variaron mucho de uno a otro. Mientras que a unos les salió 9 kilómetros, a otros fueron más de 10 km.

Nuestros senderistas dejaron los coches en un aparcamiento al lado del muro de la presa del Sitjar. EL embalse del Sitjar embalse se construyó en los años 60 sobre el rio Millars para controlar las crecidas y regular el riego. Como la ruta partía del pie del pantano, muchos de nuestros caminantes esperaban una ruta que se desarrollara a su alrededor, con bonitas vistas de agua, pero en realidad la excursión se alejaba del embalse y éste solo se veía al principio y al final de la misma. Fue una pequeña desilusión pero no se produjo ningún motín. Solo extrañó a la gente cuando el camino se alejaba más y más del pantano y, a la pregunta de por qué, la respuesta fue simplemente que la ruta era así.


Nadie había hecho esta ruta anteriormente. Kiko llevaba un track que se había descargado para seguirlo. Cuando comenzaron a caminar era prontito por la mañana y hacía fresco, pero ya se veía que acabaría haciendo calor.

Del pie del pantano la excursión se adentra en un bosque y enseguida se accede a una especie de urbanización llamada les casetes del Sitjar. Estaba desierta. No se vio a nadie. Como nota de color allí había una ermita. Se hizo una foto y el grupo siguió camino.


Prácticamente todo era bosque de pinos, primero muy tupido pero luego se fue aclarando. Al comienzo de la subida se pasó por un claro con una tienda de campaña que parecía desierta. Desde allí salía una corta senda escondida que llegaba al mirador del pantano. Como Kiko no sabía exactamente donde estaba el mirador, no lo vieron y pasaron de largo. Se quedó pendiente esta visita para una próxima vez.


Las vistas del pantano se fueron dejando atrás y poco a poco la Plana de Onda iba ganando terreno al embalse. Las fábricas y el pueblo de Onda se veían allá abajo. Hasta el mar y las islas Columbretes se vieron.

Paulatinamente el camino se iba empinando. El desnivel no era muy elevado pero el grupo era bastante heterogéneo y algunos iban sobrados pero otros no lo iban tanto. Había que bajar un poco el ritmo para evitar que se disgregase. Aun así hubo algún momento en el que se tuvo que deshacer camino porque los de cabeza se habían separado demasiado de los de cola y estos últimos no tenían claro por donde seguir.

Con bastante facilidad se llegó hasta el "Vértice Geodésico la Talaia", justo al lado de la "Torre de la Atalaya", el punto más alto de la ruta, a casi 350 metros de altura. Corresponde a una torre de vigilancia de época musulmana, en la cima de la colina con su nombre. La torre es cilíndrica y presenta una altura de aproximadamente 5 metros, formada por bloques de piedra con argamasa. Esta torre tuvo la función de vigía y custodia del camino de herradura, presumible vía romana, que discurría a sus pies, a través de las montañas de la Pedriza.


La verdad que es las vistas eran muy buenas. A quien estuviera vigilando por allí no se escaparía nadie. En los tiempo modernos, resaltaban mucho las grandes fábricas de la carretera entre Vila-real y Onda con sus grandes penachos de humo supuestamente no contaminantes. Y el pueblo de Onda un poco más arriba, con su impresionante castillo. Detrás el Montí, y más atrás el 
pico Espadán, viejos amigos de algunos de nuestros senderistas. Al fondo estaba el castell de Castro. Fue Elena la que lo señaló, que hacía tiempo que lo había propuesto como posible próxima ruta del grupo.


El grupo disfrutó con las vistas. Casualmente habían tres senderistas más que llegaron a la vez a la cima. Últimamente la montaña en general se iba viendo con más afluencia de senderistas. La cosa del caminar por la montaña se iba popularizando. 


Ahora, que ya no se podía subir más, tendría que comenzar la bajada. En principio la senda estaba un poco empinada y, con lo seco que estaba el terreno, daba un poco de susto por los posibles resbalones del personal. Había que bajar con cuidado. Algunos de los caminantes, los más noveles, llevaban zapatillas de asfalto. Estos fueron los que más patinaron, pero la sangre no llegó al río. Algún culo tocó el suelo y poco más.


Como el camino bajaba muy directo, la pendiente se suavizó al llegar a la base de la montaña y desde ese momento la excursión se convirtió en un bonito paseo por senda con ligera pendiente hacia abajo. Las conversaciones se animaron y los más "dinámicos" pusieron un ritmo más elevado a la marcha. El grupo se estiró pero no se acabó de romper. Solo Kiko sabía el camino y no era cuestión de el resto se perdiese. En la montaña de enfrente se veían urbanizaciones y al fondo el pueblo de Ribesalbes.  Aunque la zona está bastante urbanizada y cercana a pueblos, el camino seguía manteniendo el encanto de la montaña.

Justo al lado de la senda se pasó por el corral de Sancho. Este corral fue utilizado desde siempre para refugio de ganado en la trashumancia. Incluso había un código QR que apuntaba a un pequeño video en Youtube donde explica la utilización de este tipo de corrales. Para los curiosos, se puede ver haciendo clic aquí.


Ahora ya la gente andaba con prisa para el almuerzo que les esperaba. Casi no hacía falta ni preguntar por el camino correcto. En un santiamén se llegó a la carretera y de allí a los coches.

El colofón a la excursión fue un almuerzo-comida en la Gaspara, bar famoso de la carretera de Alcora. El lugar quedaba relativamente cerca y había certeza de que estarían bien servidos. La certeza se cumplió y el almuerzo-comida estuvo fenomenal. Nadie contó la cantidad de líquidos que se tomaron para recuperar la hidratación perdida en la ruta, pero fueron unos cuantos.


Como resumen, la ruta es bonita, corta y para disfrutar sin mucho esfuerzo. Además, como está tan cerca de Castellón, viene de perlas para que los habitantes de la Plana hagan una escapadita de dos o tres horas por la montaña.

Pincha aquí para ver la ruta




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miércoles, 19 de enero de 2022

De Tales a los órganos de Benitandús. Circular.


La ruta que hoy presentamos es muy agradable y "vistosa", aunque con cierta exigencia física. Sin asustarse, es una excursión donde se sube y hay que tener un poco preparados los gemelos para cierta tensión. No obstante, con calma a todo sitio se llega. Como dirían los Rayitos, no hay subida pesada si se hace poco a poco. 

Esta excursión era una asignatura pendiente. La plantearon las Liebres porque querían saborear las bonistas vistas de lor órganos de Benitandús. Ana, Elena y Silvia llevaban tiempo queriéndola hacer y al finale se planificó con la mala pata que ellas no pudieron ir. Esta razon asegura al 100% que esta marcha se volverá a repetir.

Gilbert entró en el wikiloc y busco una ruta que se adaptara a las necesidades del posible grupo a realizarla. encontró una ruta circular que, partiendo de Tales, llegaba a los órganos. Fede, Gilbert y Kiko ya habían hecho esta ruta de los órganos pero partiendo de la propia aldea de Benitandús, pero a Gilbert le parecía demasiado corta (ver https://club-rayito.blogspot.com/2021/04/los-organos-de-benitandus.html ).

La ruta que planteó Gilbert parte de Tales y hace una aproximación a una circular por la cima y órganos de Benitandús, desandando después el camino de partida. Al final la ruta es un "corta y pega" de tres trozos de rutas que conocen parte de los caminantes que venían a la excursión. 

Estas tres rutas on la ruta de Suera-Castell de Maus-font de Castro-Mas de Campana, la ruta de Benitandús-Órganos y la ruta de Tales-Alcudia de Veo.

El nuevo trayecto que se proponía estaba muy bien elegido, con casi todo el recorrido por bosque, tanto de pino como de encina y alcornoque, grandísimas vistas y unas sendas en muy buenas condiciones. Solo hubo una pega, de la cual no tenían la culpa nuestros caminantes. Era que durante toda la ruta, especialmente cerca de los órganos sóo faltaba un cartel de "Bienvenidos al parque temático de los Órganos de Benitandús", por la cantidad de personal que se encontraron tanto en el acceso como el los miradores que habían.


Los que participaron en esta ruta fueron Bea, Gilbert, Isa, Javi, Kiko y Vicent. Como hemos comentado antes, Silvia, Ana y Elena, que tenían interés, no pudieron participar, con lo que esta excursión se guarda en la agenda para una repetición, con las modificaciones que puedan surgir de la experiencia de ese día.

La excursión se realizó a mediados de enero y, como es natural en estas fechas, por la mañana hacía más que fresco. Tampoco era un frío para ir con guantes, pero sí para comenzar a caminar con 2 mangas y chaqueta de montaña.

A pocos metros por la carretera que sale de Tales hacia Suera, una vez cruzado el puente, a mano derecha sale el camí entre rius, una senda que poco a poco va subiendo hasta el mirador de las Águilas a 400 metros de altitud. La senda, como casi todo el camino después, va envuelta en un bosque, en este caso de pinos.


En el mirador de las Águilas las vistas ya comienzan a ser espectaculares. Los caminantes ya están en el kilómetro 2,2 y a una altura de alrededor de 400 metros. Enfrente se alzan majestuosos los órganos de Benitandús, famosas columnas de rodeno en equilibrio, y al fondo el embalse con el mismo nombre.

Ahora, si la ruta fuera hacia Suera, nuestros caminantes comenzarían la bajada hacia la derecha. En este caso no era así, siguieron subiendo, que el destino era otro.

Continúa la senda por dentro de un bosque de pino y algo de carrasca, cresteando por la sierra que separa el valle del rio Veo del barranco de Castro, viejo amigo de algunos de nuestros senderistas. Las vistas son admirables. El castell de Maus a la derecha y el embalse de Benitandús a la izquierda. Algunos árboles caídos suponen un pequeño hándicap a nuestros héroes, que lo solventan con rapidez.

Normalmente Gilbert y Javi van delante, sobrados de condiciones. Bea y Kiko va detrás, un poco más calmados, y Isa y Vicent, también sobrados de fuerzas, "se dejan llevar". La subida es persistente y no da tregua. No es excesiva pero está ahí. Alguien comenta que le gusta el ritmo. La subida no es exactamente continua, da pequeños respiros de unos pocos metros para recurerar el resuello, pero estos pocos metros son realmente pocos metros. El resto es todo para arriba.


En el kilómetro 3,3 por fin se alcanza el anillo de los Órganos. Aquí comienza una rutita circular que comienza subiendo al pico de los órganos para después bajar a los órganos en sí y volver a ese mismo punto. Ya se está a 500 metros de altitud y todavía falta subir 200 y pico metros más.

Los senderistas siguieron subiendo sabiendo que les quedaba poco. Se empinaba un poco pero nada es imposible para nuestros héroes. No hay dolor. Gilbert y Javi estaban fuertes como rocas, los demás casi que también. No exactamente como rocas, pero fuertes también. 


Por fin coronaron cima. El pico, con 729 metros oficiales (a sus gps les marcaba 732) dio una sensación de paz importante. El saber que se había acabado la subida daba un punto de tranquilidad al grupo. Era el kilómetro 4,5 de la ruta, justo la mitad de todo el recorrido. Allí cerca había trincheras de la Guerra Civil, como en casi todas las cimas y puntos altos de la Sierra Espadán. En esta sierra parace que se prepararon a fondo para locas y absurdas batallas encarnizadas.

El grupo tomó un respiro para hidratarse y alimentarse. Se acabaron los viejos tiempos del bocata y la bota de vino. Ya desde años atrás lo que se llevaba eran frutos secos, manzanitas, peras y demás comida sana. Mucho más digestiva, menor peso y evitaba resbalones en las bajadas.


Tras la paradita y los comentarios sobre la ruta, nuestros caminantes comenzaron el descenso. Desde la cima hay un camino que sigue cresteando hacia el oeste y, a unos pocos metros hay un desvío que baja a los órganos. Hasta el momento so se había visto a casi nadie en el recorrido de la excursión. El día era fantástico y ya hacía calorcito, pero sin pasarse.

La subida todavía no había acabado para los caminantes. Ahora tocaba bajar a ver los famosos órganos. Poco a poco nuestros senderistas se iban encontrando con gente que subía por donde elllos bajaban. La bajadita era empinada y con tierra suelta pero ninguno resbaló.

Un poco más abajo, en el kilómdero 4,8 se llegó a los dos miradores de los órganos. Ante sus ojos, formidables columnas de rodeno que parecían en equilibrio se levantaban de la montaña. Y al fondo el pequeño embalse y la aldea de Benitandús. Una buena foto.


Todo era bonito salvo la gran cantidad de excursionistas, domingueros y demás personal que atestaban los espacios. Almorzando, haciéndose fotos, todos equipados con botas y ropa nueva de montaña.

El turismo llega a todo el mundo, incluso al "parque temático de los Órganos de Benitandús". Desde hace pocos años a esta parte la montaña se ha inundado de personas que quieren ver, experimentar nuevas sensaciones y respirar aire puro. Es lo que se lleva. Quizá la montaña ha perdido algo con estas avalanchas de gente pero todo el mundo tiene derecho a pasárselo bien.


La zona es un pelín peligrosa porque los miradores acaban en un cortado de decenas de metros de caida libre. La gente paseaba como si estuviera en el parque de su ciudad y el verla daba un poco de "vértigo ajeno". Nuestros senderistas hicieron un par de fotos tratando de esquivar turistas y siguieron su camino.


Ahora ya tocaba la vuelta. La senda sigue hacia el este, rodeada de alcornoques, buscando el fin del anillo de  los órganos. Esta senda conincide con la que baja al propio Benitandús y es por la que la mayoría de la gente sube y baja a ver estas formaciones. Los nuestros se cruzaron con todo tipo de personas. Perejas jóvenes, gente con pic-nics para almorzar arriba, deportistas que habían convencido a su pareja a hacer una mañana de montaña y que la llevaban casi arrastrando porque la subida, aunque es corta, se las trae. Después pasó un grupito de jóvenes con bolsas de cosas y una guitarra, para montar una fiestecita chill-out arriba. Bueno, todo tipo de fauna y flora.

Hablando de fauna, la última vez que los nuestros subieron a los órganos tuvieron la oportunidad de ver cabras a pocos metros. Ese día las cabras estarían a kilómetros de distancia porque el "ambiente humano" que se respiraba en la zona no les daría pie a pasturar por allí.


Ya estaban el el kilómetro 6 y el grupo llegó al lugar de donde se partió en el anillo. Ahora tocaba deshacer los siguientes 3 kilómetros largos para llegar a Tales.

La llegada hasta aquí desde Tales unas horas atrás había parecido un poco empinada y con bastante tierra suelta. La sequía afecta a todo, también al estado de las sendas. Hubo comentarios en el sentido que quizá habría que tener cuidado en las bajadas para no poner el culo en el suelo de forma involuntaria. Pero sorprendentemente la bajada fue más fácil que lo esperado. Ligeritos ligeritos desandaron el camino y llegaron a Tales.

Sobre las 12 de la mañana llegaron a destino. Fueron 9,690 km con un desnivel positivo de 609 m. Hacía buena temparatura y el sol se agradecía. Se estaba tan agustito que aun les dio tiempo para tomar un refrigerio antes de coger el coche.

Como conclusión, la ruta es bonita con sendas en buen estado y casi siempre por dentro de bosques. Las vistas espectaculares. El grupo fue compacto aunque las fuerzas estaban un poco descompensadas. El tema de los turistas era un poco de esperar. Cuando se va a sitios accesibles y bonitos, es normal que se llene. En cuanto a la señalización, muy buena. Había nuevas paletas explicativas en cada cruce de caminos. Se nota que los parques temáticos tienen tirón turístico y están bien señalizados.


Solo por poner una pega, el tener que desandar el mismo camino durante 3,5 kilómetros quizá quite algo de encanto a la excursión, o no. La alternativa sería dejar un coche en Tales y otro en Benitandús y hacer la ruta un poco más corta pero sin repetir. Pero es posible que no valga la penda tanto lio.

Los caminantes supercontentos y la mañana se pasó muy bien.

Pincha aquí para ver la ruta



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