lunes, 14 de febrero de 2022

Pantano del Sitjar - La Talaia. Circular


Esta es una ruta relativamente sencilla ideal para dar una agradable vuelta entre amigos. No deja de tener su subidita y su bajadita de rigor, pero en este caso no es de mucho desnivel.

En este caso participaron Ana, Armando, Elena, Isa, Kiko, Manolo, el otro Manolo, Sergio, Silvia y Vicent. De todos lo caminantes, seis comenzaban entrenamiento para un tramo del camino de Santiago, que tenían planificado para el verano siguiente. Este era su primer entrenamiento y había que mover las piernas para no sufrir demasiado en la ruta de Santiago. Aquí tienes el perfil


La excursión no llega a 9 km i tiene tan solo 236 metros de desnivel. Bastante gente de la marcha llevaba un app de gps instalada en su móvil y, una vez la hicieron, las distancias recorridas variaron mucho de uno a otro. Mientras que a unos les salió 9 kilómetros, a otros fueron más de 10 km.

Nuestros senderistas dejaron los coches en un aparcamiento al lado del muro de la presa del Sitjar. EL embalse del Sitjar embalse se construyó en los años 60 sobre el rio Millars para controlar las crecidas y regular el riego. Como la ruta partía del pie del pantano, muchos de nuestros caminantes esperaban una ruta que se desarrollara a su alrededor, con bonitas vistas de agua, pero en realidad la excursión se alejaba del embalse y éste solo se veía al principio y al final de la misma. Fue una pequeña desilusión pero no se produjo ningún motín. Solo extrañó a la gente cuando el camino se alejaba más y más del pantano y, a la pregunta de por qué, la respuesta fue simplemente que la ruta era así.


Nadie había hecho esta ruta anteriormente. Kiko llevaba un track que se había descargado para seguirlo. Cuando comenzaron a caminar era prontito por la mañana y hacía fresco, pero ya se veía que acabaría haciendo calor.

Del pie del pantano la excursión se adentra en un bosque y enseguida se accede a una especie de urbanización llamada les casetes del Sitjar. Estaba desierta. No se vio a nadie. Como nota de color allí había una ermita. Se hizo una foto y el grupo siguió camino.


Prácticamente todo era bosque de pinos, primero muy tupido pero luego se fue aclarando. Al comienzo de la subida se pasó por un claro con una tienda de campaña que parecía desierta. Desde allí salía una corta senda escondida que llegaba al mirador del pantano. Como Kiko no sabía exactamente donde estaba el mirador, no lo vieron y pasaron de largo. Se quedó pendiente esta visita para una próxima vez.


Las vistas del pantano se fueron dejando atrás y poco a poco la Plana de Onda iba ganando terreno al embalse. Las fábricas y el pueblo de Onda se veían allá abajo. Hasta el mar y las islas Columbretes se vieron.

Paulatinamente el camino se iba empinando. El desnivel no era muy elevado pero el grupo era bastante heterogéneo y algunos iban sobrados pero otros no lo iban tanto. Había que bajar un poco el ritmo para evitar que se disgregase. Aun así hubo algún momento en el que se tuvo que deshacer camino porque los de cabeza se habían separado demasiado de los de cola y estos últimos no tenían claro por donde seguir.

Con bastante facilidad se llegó hasta el "Vértice Geodésico la Talaia", justo al lado de la "Torre de la Atalaya", el punto más alto de la ruta, a casi 350 metros de altura. Corresponde a una torre de vigilancia de época musulmana, en la cima de la colina con su nombre. La torre es cilíndrica y presenta una altura de aproximadamente 5 metros, formada por bloques de piedra con argamasa. Esta torre tuvo la función de vigía y custodia del camino de herradura, presumible vía romana, que discurría a sus pies, a través de las montañas de la Pedriza.


La verdad que es las vistas eran muy buenas. A quien estuviera vigilando por allí no se escaparía nadie. En los tiempo modernos, resaltaban mucho las grandes fábricas de la carretera entre Vila-real y Onda con sus grandes penachos de humo supuestamente no contaminantes. Y el pueblo de Onda un poco más arriba, con su impresionante castillo. Detrás el Montí, y más atrás el 
pico Espadán, viejos amigos de algunos de nuestros senderistas. Al fondo estaba el castell de Castro. Fue Elena la que lo señaló, que hacía tiempo que lo había propuesto como posible próxima ruta del grupo.


El grupo disfrutó con las vistas. Casualmente habían tres senderistas más que llegaron a la vez a la cima. Últimamente la montaña en general se iba viendo con más afluencia de senderistas. La cosa del caminar por la montaña se iba popularizando. 


Ahora, que ya no se podía subir más, tendría que comenzar la bajada. En principio la senda estaba un poco empinada y, con lo seco que estaba el terreno, daba un poco de susto por los posibles resbalones del personal. Había que bajar con cuidado. Algunos de los caminantes, los más noveles, llevaban zapatillas de asfalto. Estos fueron los que más patinaron, pero la sangre no llegó al río. Algún culo tocó el suelo y poco más.


Como el camino bajaba muy directo, la pendiente se suavizó al llegar a la base de la montaña y desde ese momento la excursión se convirtió en un bonito paseo por senda con ligera pendiente hacia abajo. Las conversaciones se animaron y los más "dinámicos" pusieron un ritmo más elevado a la marcha. El grupo se estiró pero no se acabó de romper. Solo Kiko sabía el camino y no era cuestión de el resto se perdiese. En la montaña de enfrente se veían urbanizaciones y al fondo el pueblo de Ribesalbes.  Aunque la zona está bastante urbanizada y cercana a pueblos, el camino seguía manteniendo el encanto de la montaña.

Justo al lado de la senda se pasó por el corral de Sancho. Este corral fue utilizado desde siempre para refugio de ganado en la trashumancia. Incluso había un código QR que apuntaba a un pequeño video en Youtube donde explica la utilización de este tipo de corrales. Para los curiosos, se puede ver haciendo clic aquí.


Ahora ya la gente andaba con prisa para el almuerzo que les esperaba. Casi no hacía falta ni preguntar por el camino correcto. En un santiamén se llegó a la carretera y de allí a los coches.

El colofón a la excursión fue un almuerzo-comida en la Gaspara, bar famoso de la carretera de Alcora. El lugar quedaba relativamente cerca y había certeza de que estarían bien servidos. La certeza se cumplió y el almuerzo-comida estuvo fenomenal. Nadie contó la cantidad de líquidos que se tomaron para recuperar la hidratación perdida en la ruta, pero fueron unos cuantos.


Como resumen, la ruta es bonita, corta y para disfrutar sin mucho esfuerzo. Además, como está tan cerca de Castellón, viene de perlas para que los habitantes de la Plana hagan una escapadita de dos o tres horas por la montaña.

Pincha aquí para ver la ruta




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