sábado, 25 de julio de 2015

Circular pantano de Ulldecona - Fredes 2015


Una tropical mañana de julio de 2015 cuatro Rayitos salieron en coche de Benicassim con destino al pantano de Ulldecona para cumplir lo que ya casi era una tradición, darse un buen almuerzo en Fredes.

El viaje fue de una hora y media, pero el premio valdría la pena. Una vez pasada la pared del embalse justo cruzando el puente sobre el mismo, sale una pista a mano derecha. El coche lo aparcaron unos pocos kilómetros adentro por la pista, siempre bordeando el pantano.

Los Rayitos que participaron en esta ruta fueron Fede, Gilbert, Kiko y Manolo.

La ruta comenzó a las 8 de la mañana en el mas de Joan, en la zona dels Mangraners. El pantano estaba a tope de agua, que incluso rebosaba por la pared del embalse. Nuestros senderistas comenzaron con una temperatura ideal para caminar. Rondaban los 18 grados cuando en Benicàssim, lugar de salida del coche la temperatura a estas horas de la mañana ya casi llegaría a los 30.

Los primeros kilómetros de la ruta son por una pista forestal en bastante buen estado. Esta pìsta seguro que tuvo tráfico en su día porque hay puntos kilométricos, quitamiedos en las curvas y cosas así, pero el paisaje es totalmente salvaje.

A medida que nuestros Rayitos avanzaban por la pista unas sombras negras iban desplazándose por el suelo. Parecía que el camino tenía vida propia. Mirando con un poco más de atención, los senderistas se dieron cuenta que el suelo estaba lleno de pequeñas ranas, que iban saltando a lo largo del camino. Eran minúsculas y muy oscuras. Quizá la tormenta del día anterior les hubiera animado a pasar de renacuajos a animales de tierra. Era una especie de plaga que, a medida que el grupo se iba alejando del pantano y se ganaba altitud, fue desapareciendo.

El día se mantenía fresco y el camino era una gozada. No se veía a nadie (miento, un carrerista se cruzó con el grupo), y unos buitres sobrevolaban el terreno. El camino iba siguiendo el barranc de la fou.

Un poco más adelante, había que dejar el barranc de la fou para tomar a la izquierda el barranc del salt. El camino por este barranco va justo por en medio del mismo. Un poco más arriba estaba muy arreglado y, para evitar el que se descarnara más de lo que estaba habían hecho paredes y zigzags con lo que habían separado la senda del el lecho del barranco. Hacía muy poco tiempo que lo habían hecho oprque la tierra todavía estaba tierna.

La subida empezaba a pronunciarse y de pronto se oyó agua. Era el salt de Robert, que estaba cerca. Para ser la época del año en la que estabán (pleno verano) por el salt bajaba bastante agua. Igual era debido a las tormentas de los días anteriores.

Tras un momento de pausa y una cuantas fotos, nuestros caminantes siguieron la ruta. Gilbert y Fede empezaron a caminar y vieron una cabras muy de cerca. Los demás se las perdieron. En cuanto a la pendiente, ahora venía lo peor. 3 kilómetros de fuerte subida que Kiko y Manolo cogieron con ganas. Gilbert y Fede se acabaron quedando un poco atrás.

Los Rayitos se reagruparon arriba del todo, ya cerca de Fredes. La entrada al pueblo fue tranquila. Hacía bastante fresca. La gente de Fredes iba con "chaquetita" de manga larga (y pensar que en Castellón estarían ahora a más de 30 grados). Incluso los senderistas pidieron a los del bar que juntaran las ventanas para que no entrara la fresca.

El almuerzo, como no podría ser menos, fue de los buenos. Huevos fritos, panceta, longaniza, morcilla y chorizo. Todo regado con abundante cerveza. Manolo sorprendió al grupo sacando se su mochila un tarro de mollejas que había hecho el día anterior y la venía llevando desde el comienzo de la ruta. Estaban buenísimas.

Tras unos carajillos y chupitos se volvió a coger le marcha. Esta vez el camino ya era cuesta hacia abajo. Se llaneaba un par de kilómetros hasta el mas de Pixon, donde desde la era el paisaje era impresionante. Todo el praque natural de la Tinença del Benifassà a los pies de los Rayitos.

Una vez se pasa el mas de Pixon se continua la bajada y se llega a unos cingles con una bonita vista de una buitrera enfrente. Nuestros senderistas se entretuvieron un rato viendo como decenas de buitres entraban y salian de sus nidos en un alarde de maniobrabilidad y aerodinámica que estos grandes bichos dominan a la perfección.

El calor empezaba a acusarse. Todo el fresquito de las alturas había desaparecido a medida que se acercaban al embalse de Ulldecona. Por el camino se cruzaron con una joven pareja que andaban un poco perdidos y pronto llegaron al coche.


El grupo paró en la Sènia a tomar unas cervezas y después puso rumbo a casa. Los comentarios a la ruta fueron muy buenos, como siempre. Es una ruta muy salvaje y muy completa, con espectacular almuerzo en medio. La lástima es que se tarde hora y media de coche de aproximación. En fin, una tradición anual cumplida.

Pincha aquí para verla ruta




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