martes, 14 de enero de 2014

El castillo de Montornés

Esta es una ruta en principio fácil, pero con cierta dificultad técnica, pulmonar en la subida y de patinaje en la bajada. De hecho podríamos titular la ruta como "sube resoplando, baja patinando".

Esta ruta a hicieron Fede, Gilbert (Rayito), Kiko, Manolo y Susana, un nutrido grupo de esforzados caminantes que salieron una mañana con la ilusión de perder unas pocas calorías y disfrutar pisando tierra y piedras.

La ruta es corta (no llega a 5 kilómetros) pero su perfil indica que no es demasiado fácil.

Era principios de enero. El día comenzó fresquito. Aparcaron el coche al lado de la autopista, en la carretera de Benicassim al Desierto de las Palmas, y comenzaron a sobreabrigarse todos. Luego pagarían este hecho con una buena sudada.

Fede, el eterno hombre de los pantalones cortos, estrenaba uno largos. Se ve que los Reyes Magos pensaron que ya estaba bien de rascarse las piernas con "coscoll", aliagas y demás plantas con pinchos, y que ya había llegado la hora de hacerse mayor y ponerse unos pantalones largos para ir a la montaña.

El grupo comenzó la ascensión con decisión, pero pronto se dieron todos cuenta que no era su día. Los caminantes iban a un paso más lento de lo normal. Sería culpa del tiempo, de las cervezas del día antes o del sobrepeso que se arrastraba desde Navidad, pero parece que las piernas no estaban a pleno rendimiento. Se oian muchos resoplidos y muchas quejas, y parecía que la subida era la peor que cada uno había hecho en su vida. Si bien es cierto que la subida es exigente, para un Rayito huevón esto tenía que ser pan comido. Mientras subía, la gente miraba mal al innovador, el senderista que había propuesto la ruta.

Con más pena que gloria se alcanzó el "collet" que daba paso al camino que une el castillo con la carretera (el camino tradicional para acceder al castillo). Tras esto, en cinco minutitos de crestear la montaña, se llegó al castillo.

El castillo de Montornés, es una fortaleza de origen árabe del siglo X construida sobre restos de origen romano, que se sitúa sobre una escarpada cima a una altura de 500 m en situación estratégica para la defensa de la zona, dominando un gran espacio marítimo entre las desembocaduras del Coves y del Mijares.


Según una leyenda el castillo fue conquistado por medio de engaños por el Cid Campeador, perteneciendo después al caballero Ximén Pérez de Arenós y al monasterio de Poblet.. Esta fortaleza forma un triángulo con la torre San Vicente y con la casoleta de Salandó, que probablemente tuvieron la función de reforzar su defensa.

En la actualidad el castillo esta muy hecho polvo. Sólo se conservan un par de torres, dos aljibes y algunas partes del lienzo de la muralla, todo semidestruido. Nuestros senderistas dieron una vuelta por los restos del castillo y hablaron sobre para qué narices a alguien se le ocurrió subir aquí toda esa cantidad de piedras y ponerse a vivir. Se habló de piratas, moros y cristianos y demás guerreros variados.
 
Recuperado el aliento de la subida se comenzó con la bajada. Si ya se subió lento, se bajó todavía más lento. Tanto tiempo sin llover había dejado el camino todo lleno de tierra suelta que lo hacía bastante impracticable. Aquí se sacó verdadero rendimiento a las suelas de las zapatillas, que se agarraban como podían a las pocas piedras fijas que habían en la ruta.

Hubieron muchos resbalones que el equilibrio y la cintura consiguieron evitar que finalizaran en caída, pero hubieron otros que no. La bajada parecía un conciero de sonidos de resbalar contra la tierra. Fede, que por fín estrenaba pantalones largos, tocó el suelo con el culo varias veces. No hubo daños en el tejido de los pantalones nuevos pero sí en las manos y en el amor propio. Manolo también se llevó un recuerdo de un resbalón.

Una vez se suavizó el desnivel de la bajada, los espíritus se serenaron, el camino se ensanchó y el buen rollito volvió a inundar los corazones de nuestros protagonistas.

Al final, se ternimó la ruta y todos fueron a celebrarlo con unas cervecitas para comentar la jugada. Se clasificó la ruta como cortita pero intensa. La gente ya hablaba de la siguiente.





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